Ni Daniel Coronell con sus agudas investigaciones, ni Ivan Cepeda con su valentía y su coherencia, ni Gustavo Petro con su dialéctica o sus denuncias, lograron hacer lo que un pequeño nacido del uribismo está logrando con creces en tan solo dos años, acabar con la fuerza electoral capaz de volver a poner a un integrante del Centro Democrático en la Casa de Nariño.
No quiero con esto decir que este partido deje de ser una fuerza política relevante, lo seguirá siendo por bastante tiempo, además, por más que nos parezca incomodo, representan una parte significativa del espectro político nacional. Sin embargo, dado su manejo torpe del gobierno, su inexperiencia política, que lo ha llevado a gobernar más como el mayordomo de una finca, que como un presidente constitucional del siglo XXI. Precisamente esto es lo más paradójico del asunto, que podría ser fácilmente el presidente que más poderes ha podido acumular en la historia reciente del país, teniendo mayorías en Cámara y Senado, Fiscal de bolsillo, Procurador, Contralor y un larguísimo etcétera de puestos en las tres ramas del poder; pero si algo nos ha enseñado la historia, es que no hay nada más peligroso que un tonto con poder, en este caso el peligro es para todo el país, pero en especial para su propio partido.
Colombia que está atravesando una de las crisis más profundas de su historia, con una pandemia que ha cobrado la vida de miles, con un sistema de salud que con remiendos, y con heroísmo de nuestros profesionales de salud ha empézado a salir de a poco, del primer pico de la pandemia, pero con una economía resquebrajada, y una nueva generación de jóvenes muy bien enterados de temás políticos, que ya no le comen cuento a las tradicionales RCN y Caracol; pronostican unos tiempos turbulentos, donde la falta de liderazgo del presidente, ha llevado a que nuevos mandatarios locales, con agendas más contemporáneas y los pies bien puestos en la tierra, tomen el liderazgo ante la desconexión presidencial; a pesar de las aburridas e interminables intervenciones diarias del presidente, las verdaderas noticias las protagoniza la Alcaldesa de Bogotá, o el Alcalde de Medellín, Cartagena o Bucaramanga con unos estilos de gobierno que opacan la ya triste imagen de Duque, que parece más preocupado por buscar una sonrisa de aprobación de Uribe, que una solución a los interminables problemas del país.
Falta mucho tiempo todavía (y sin duda este desgobierno lo hará aún más largo) pero una nueva ciudadanía que está naciendo, pondrá al Centro Democrático en el sitio donde siempre debió estar, en una minoria en las dos cámaras y si al caso en algunas alcaldías de lugares apartados; mientras tanto, mucha paciencia y movilización ciudadana.
Ilustración tomada de: Pacifista.
*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.