Solamente la Comisión de la Verdad, en su trabajo de recopilación de información para ayudar a esclarecer las circunstancias y demás hechos relevantes que ayuden a entender el conflicto armado, manteniendo una perspectiva para fomentar la no repetición, logró documentar y dialogar con 4.014 víctimas (niños, niñas y adolescentes en su momento). Estas ubicadas o con hechos de violencia ejecutados principalmente en los departamentos de Antioquia, Valle del Cauca, Cauca, Putumayo y Meta, regiones en donde se concentraron la mayoría de los hechos victimizantes en menores de edad en el marco del conflicto armado.
En ese trabajo de la Comisión de la Verdad se descubren sucesos que escandalizarían a cualquier sociedad, pero que en Colombia pasan casi desapercibidos, como por ejemplo que casi en toda Colombia hubo hechos de violencia contra menores de edad a la luz de conflicto y que, solamente, San Andrés escapó del horror del reclutamiento forzado, el homicidio, la desaparición forzada y el desplazamiento, entre otros flagelos.
Al cuantificar a los menores de edad víctimas del conflicto armado, se genera un espacio que vislumbra que durante décadas los niños, niñas y adolescentes en varias regiones del país estuvieron a merced de los violentos, sobre todo aquellos ubicados en los territorios fronterizos o rurales de Colombia. La mayoría de los menores víctimas fueron campesinos, indígenas, población afro y Rrom, estos representaron casi el 70% de la población vulnerada por los efectos de la guerra.
Del total un 52,1% fueron niños, el 47,8 fueron niñas y al restante no se ha logrado determinar el género. De ese total, las guerrillas fueron las responsables de 2.788 casos, los paramilitares de 1.589, la fuerza pública de 750 casos y una cifra menor a otros grupos armados. Se recalca, nuevamente, que estos fueron los documentados por la Comisión de la Verdad y no se ha hablado de los registrados por otras organizaciones, e incluso, por los registros del Estado colombiano.
El 58,2% de las víctimas documentadas por la Comisión se encontraban en la adolescencia, el 26,9% estaban en la niñez, es decir, eran menores de 12 años y el 14,9 eran menores de 5 años. Los hechos de violencia contra la infancia y la adolescencia en Colombia tuvieron un aumento significativo desde el año 1994, alcanzando su punto máximo entre los años 1999 y 2003, hasta alcanzar una disminución significativa para el año 2010. Durante la historia del conflicto armado más del 60% de los casos de violencia contra la infancia y adolescencia correspondieron a desplazamiento forzado, seguido por amenazas contra la integridad física y la vida y seguido en tercer lugar por el reclutamiento forzado.
Los tres flagelos más relevantes mencionados anteriormente, no fueron los únicos, hubo otros actos aberrantes y que para una sociedad moderna deberían ser motivo de vergüenza. Por ejemplo, hay casos de esclavitud, tortura e incluso, secuestro. Es decir, hubo niños y niñas sometidos a condiciones infrahumanas y que muestran la degradación tan profunda que tuvo la guerra en Colombia. Seres humanos en su primera infancia torturados y secuestrados, un horror difícil de creer, pero que cada día se hace más evidente y que sucedió a gran escala.
La mayoría de las voces documentadas por la Comisión de la Verdad son las de personas adultas que narraron la violencia a la que fueron sometidos cuando apenas tenían pocos años de edad. Esas personas perdieron para siempre la oportunidad de poder vivir su infancia de manera plena, tranquila y feliz, en cambio, estuvieron años en lo profundo de las montañas portando un fusil y otros, viviendo las penosas condiciones del secuestro.
Este apartado del Informe Final de la Comisión de la Verdad recoge voces de víctimas de todo tipo de violencia. Por ejemplo, hay narraciones de hijos e hijas de comandantes guerrilleros que tuvieron que vivir su infancia bajo la cruz de los señalamientos y el estigma con la que crecieron cientos de niños y niñas cuyo único “crimen” fue el de tener un padre guerrillero o paramilitar, incluso, se narran experiencias dolorosas de estigmatización por ser familiares de un integrante de la fuerza pública.
Hay historias de niños y niñas reclutados por la fuerza a muy temprana edad por las insurgencias y, cuando ellos volvieron a la vida civil, tuvieron que vivir bajo los señalamientos de ser guerrilleros durante muchos años. Estas personas fueron víctimas e hicieron parte de una guerra que no pidieron, que nunca quisieron pelear y de la cual querían huir para hacerse una vida lejos de la violencia y de la incertidumbre de la guerra.
En este modulo se habla de la escuela como lugar de concentración de tropas y por lo cual fue un objetivo militar, mientras cientos de niños, niñas y adolescentes estudiaban. Personas que crecieron entre masacres, entre largas caminatas producto del desplazamiento, de cavar tumbas para enterrar a sus seres queridos y de ser víctimas directas de torturas, secuestros y otros flagelos que vulneraron en su momento y muchos años después sus derechos.
Esta sección que narra las diferentes violencias contra la infancia, busca en primer lugar aportar a la desaparición del estigma, devolver algo de dignidad, por medio de la verdad, a las víctimas y, por último, garantizar la no repetición. Los niños, niñas y adolescentes deben estar totalmente alejados del conflicto, para que las acciones de no repetición sean posibles en Colombia.