Informe final de la Comisión de la Verdad: la izquierda política  

Belisario Betancur durante su mandato (1982 a 1986) impulsó una serie de medidas tendientes a reconocer las causas de la violencia. Esto generó diálogos con las guerrillas y abrió la puerta a reformas políticas importantes, como la elección popular de los alcaldes de todo el país. Así mismo, esta apertura política tuvo grandes contradictores, principalmente desde sus aliados políticos que criticaron y se opusieron a estas reformas.

Con los acuerdos de Uribe, Meta, entre el gobierno nacional y las FARC, nació la Unión Patriótica UP, un movimiento que recogía las ideas de las guerrillas y apostó por llevarlas a los encuentros políticos en democracia para discutir con todos los sectores gruesas reformas que reconfiguraran social, económica y políticamente el país, y quizás, allanar los caminos para un acuerdo de paz. Durante esos años la UP logró hacer elegir a catorce congresistas, dieciocho diputados en once asambleas y 335 concejales en 187 concejos del país.

Desde las mismas fuerzas armadas, las élites locales, los narcotraficantes y los grupos paramilitares salió una estrategia coordinada o no, pero efectiva para asesinar a cientos de militantes de la UP, dando lugar al llamado genocidio de la Unión Patriótica.

Ese éxito electoral desató una de las más violentas reacciones en la historia política del país. Desde las mismas fuerzas armadas, las élites locales, los narcotraficantes y los grupos paramilitares salió una estrategia coordinada o no, pero efectiva para asesinar a cientos de militantes de la UP, dando lugar al llamado genocidio de la Unión Patriótica. En total, tanto la Comisión de la Verdad y la Justicia Especial para la Paz, lograron estimar en más de 8.300 las víctimas de todas las violencias ejercidas contra la UP en el país.

Las violencias que vinieron desde diferentes sectores ocasionaron atentados contra la vida, torturas, desplazamientos forzados, amenazas y/o violencia sexual. De toda esa violencia y sus casos, 5.733 fueron asesinatos y desaparecidos, lo que evidencia el grado de complejidad y la intensidad en el objetivo de exterminar a la fuerza a esta agrupación política. Para la Comisión de la Verdad, no existe ni en Colombia ni en el mundo, un partido político que haya sufrido semejante grado de victimización.

En el informe final la Comisión afirma que la violencia contra la UP se tipifica como genocidio político y originó que las FARC y otras guerrillas regresaran de lleno a la lucha armada, al considerar que por la vía democrática no era posible lograr las transformaciones necesarias.

Ejercieron sobre nosotros presión y tortura psicológica, enviándonos amenazas constantes en las que nos daban 72 horas para abandonar el país o, si no, nos mataban o asesinaban a nuestros hijos.

“No éramos ingenuos, creíamos en la democracia, simplemente. Como ciudadanos creíamos en la democracia y en que en el resto del país los detentadores del poder iban a respetar la decisión de la democracia mediante las urnas […]. Ejercieron sobre nosotros presión y tortura psicológica, enviándonos amenazas constantes en las que nos daban 72 horas para abandonar el país o, si no, nos mataban o asesinaban a nuestros hijos. Esto llevó a que me recluyera en mi casa y no volviera a salir hasta el momento de la posesión. Recuerdo que ocho días antes las amenazas fueron peores: hombres armados circulaban por todo el pueblo amenazando, creando una tensión en la población. El mismo cura párroco se desplazó varias veces a mi casa disfrazado, para que no lo reconocieran, para decirme: “No vaya a salir que hay mucha gente en las dos esquinas de su cuadra”. Relato de Rita Ivon Tobón, quien ganó la alcaldía de Segovia, Antioquia y logró sobrevivir al genocidio.

Por su parte, la participación del Partido Comunista Colombiano en la democracia implicó varias acciones violentas contra sus integrantes.

En este orden de ideas, la famosa combinación de todas las formas de lucha intentó equilibrar la balanza entre quienes creían que la única forma de llegar al poder era mediante las urnas y entre quienes apostaron por la lucha armada. Esta última pretendía crear las condiciones sociales necesarias para que el pueblo se levantara y lograra la insurrección que los condujera a la toma del poder.

No solamente fue el intento de la UP de llegar al poder por la vía democrática, hubo muchos intentos a lo largo de los años, empezando desde la década del 50, con la participación de movimientos campesinos en diálogos y organizados en movimientos políticos, pasando por las expresiones políticas marginadas por el Frente Nacional y llegando a la represión política de Turbay Ayala, que para muchos líderes de las guerrillas, promovió que miles de hombres y mujeres decidieran tomar el camino de las armas para proteger sus vidas.

Cada una de estas expresiones que intentó promover de manera democrática el discurso, las ideas y la paz, terminaron con grandes expresiones de violencia y represión, lo que de manera directa promovió que las filas de las guerrillas se robustecieran y la guerra se prolongara por varias décadas más. Lo anterior y la feroz violencia paramilitar, terminó por socavar la protesta social y las expresiones de la izquierda, sumiendo al país en episodios dolorosos de los cuales aún quedan heridas abiertas.

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