¿Homofobia disfrazada de derecho de admisión en discotecas de Villavicencio?

Durante este fin de semana a través de redes sociales se conocieron cuestionables denuncias por comportamientos que podrían considerarse discriminatorios hacia la comunidad LGTB.

En Villavicencio, parecer ser una realidad naturalizada el que las personas con diferente orientación sexual tengan que asistir a lugares de esparcimiento creados solamente para la comunidad LGBT, ya que  las políticas de admisión de las diferentes discotecas “heterosexuales”, parecen estar orientadas para fomentar comportamientos homofóbicos y discriminatorios.

Desde El Cuarto Mosquetero hemos tenido la oportunidad de hablar con diferentes lideresas de la comunidad LGTB y comprender que actualmente a pesar de las diversas leyes y políticas públicas, Villavicencio aún está lejos de ser una ciudad igualitaria. Esto se ve reflejado en casos, como el de las mujeres trans, quienes han sido las mayores afectadas con comportamientos discriminatorios, ya que desde el mismo momento en que van a ingresar a determinados bares de, en este caso, El Siete de Agosto, no les permiten la entrada; si logran el acceso, los meseros se niegan a atenderlas y en el peor de los casos, deben aguantar la burla y ofensas de los presentes.

Sin embargo, el caso que se presentó durante este fin de semana en la ciudad y que generó la solidaridad con un gran número de personas que se indignan ante los constantes desplantes hacia la comunidad LGBT, fue el de dos amigas que en su denuncia pública aclaran que no son lesbianas, pero que se encontraban bailando juntas en la Discoteca Palo Santo, cuando fueron advertidas por personal de la empresa “que si nos dábamos un beso, nos sacaba”.

Ante lo cual, Lina María Montoya, quien hizo la denuncia pública por sus redes sociales, junto con su amiga se acercaron a evidenciar su molestia con los encargados, la respuesta fue evidente, pues parece ser el escudo perfecto de todas las empresas privadas, “son políticas de la empresa” ante lo cual se reservan el derecho de admisión.

“En lo que realmente no hay derecho es que en pleno Siglo XXI, la comunidad LGTB siga siendo tratada de esta manera, que los actos de amor sean juzgados más frecuentemente que los de violencia, y se les refiera como falta de respeto” fue la reflexión de las jóvenes, quienes además resaltaron que sería la última vez que asistirían a dicha discoteca.

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