Graciela Barbosa, una vida de lucha por los pueblos indígenas de la Amazorinoquía

Sobre la carrera treinta y tres, en la denominada calle de la cultura de Villavicencio, a diario se ve a Graciela Barbosa Teixeira. Una indígena del pueblo Guanano nacida en Yavaraté, Vaupés, bordeando la Amazonía brasilera e inmersa en la enmarañada selva colombiana.

Barbosa Teixeira es la representante legal de la Corporación Indígena Desplazados de la Orinoquia y Amazonia Colombiana (CORPIDOAC). Esta fue fundada en el 2007 junto a su esposo Reinaldo Suárez. Ambos han sido reconocidos en la ciudad por sus esfuerzos en pro de las poblaciones indígenas que viven en la capital Llanera. Suárez falleció en el año 2020 en medio de la pandemia por COVID-19 y desde entonces Graciela ha seguido aunando esfuerzos intentando suplir la necesidad de encontrar un lugar y una identidad para las familias desplazadas de la Amazonía y Orinoquía colombiana que se encuentran en Villavicencio.

Villavicencio se ha convertido en un punto de llegada de diferentes comunidades desplazadas en el país por diversos factores. En los últimos años la migración interna en el país ha incrementado y el desplazamiento de familias enteras ha dado como resultado que hoy la ciudad sea un centro de convergencia de grupos étnicos y sociales de todas las zonas del territorio nacional. “En Villavicencio actualmente hacen parte de la corporación 365 familias indígenas. Son más de mil personas de 16 pueblos distintos de Amazonía y Orinoquía que viven en la ciudad, nuestro propósito es buscar las maneras de que vivan en paz sin perder las raíces ni la identidad cultural que los identifica” cuenta Graciela. Esta lideresa guanana fue víctima de desplazamiento en 1998 justo después de la toma de Mitú, a la cual sobrevivió y posteriormente tuvo que salir hacia Bogotá. Eventualmente llegó a Villavicencio al barrio Manantial y desde entonces vive y trabaja en la ciudad.

Su apuesta, como dice ella, es “traer a Villavicencio el arte y la cultura de las comunidades indígenas que han llegado a esta tierra para hacerla su hogar”. Por eso al llegar a la sede de CORPIDOAC, la cual también es la casa donde se instalará el Museo Indígena Multiétnico, lo primero que se encuentran son poderosas artesanías hechas por hombres y mujeres de comunidades tukano, guanano, pijao, piratapuyo, cubeo y más de una decena de otras que pertenecen a la corporación y harán parte del proyecto.

A día de hoy siente una responsabilidad junto con sus compañeros y compañeras por permear a las nuevas generaciones de las comunidades de no perder sus raíces y seguir en contacto con los conocimientos ancestrales. Es por eso que por medio de las artesanías, pero también de la lengua tradicional de cada pueblo, han buscado la forma de mantenerse en contacto con sus territorios. A través de la palabra, de sus creencias y de sus conocimientos han fortalecido ese arraigo que, aún en medio de la lejanía, sigue vigente en las familias que hacen parte de la corporación.

La apuesta más importante de Graciela con CORPIDOAC, es poder tener un lugar, como la casa sobre la carrera treinta y tres, que reúna las culturas que habitan Villavicencio de manera silenciosa. Con quiñapira, casabe y pescado ahumado empezar a captar la atención de locales y foráneos de cómo Villavicencio es casa de casi cuatrocientas familias indígenas desplazadas, pues considera importante abrir a la ciudad un espacio de convergencia en la que la pluriculturalidad sea protagonista

Lingüistas, médicos, comunicadores, artesanos, líderes y lideresas conforman lo que hoy es CORPIDOAC. El sueño de Graciela se fortalece y el propósito nunca ha sido tan claro. Ya lejos de la manigua y los raudales, con el rugir de camiones y el son filtrado entre cemento y no entre árboles, Barbosa Teixeira sigue firme en trabajar con su corporación por tantas familias que hoy la conforman y creen en el proyecto. Pronto un viaje a Estados Unidos para conseguir fondos en pro de seguir creciendo como corporación podrá consolidar, aún más, lo que rodea este sueño que nació hace 17 años junto a su esposo y hoy, sin él pero con más de mil almas que la acompañan en este esfuerzo.

Graciela Barbosa Teixeira es una indígena guanana, lideresa, desplazada y sobreviviente de las violencias que han atravesado el país. Y una trabajadora incansable para buscar el bienestar de cientos de familias que ven en ella, en su corporación y en sus propósitos, una oportunidad de encontrar la estabilidad tan necesaria y sin tener que alejarse de manera drástica de sus costumbres y tradiciones.

Graciela Barbosa Teixeira, a día de hoy, encarna la lucha indígena por seguir enraizados a sus saberes y sentires, aún sin estar en el territorio que les vio nacer.

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