En los últimos meses, en cada vereda o municipio del Meta que llego pregunto si hay prostíbulos, búrdeles, chongos o como los llamen según el territorio. En la mayoria he encontrado entre uno a cinco, donde hay múltiples jóvenes en su mayoría migrantes.
En La Macarena llegué al Bombillo Rojo, donde su dueña nos recibió junto con otras dos trabajadoras sexuales; Nubia viene del Valle, manifiesta que salió huyendo de un «problemota de la violencia» y llegó a la prostitución después de pasar por varios trabajos que manifiesta no la ayudaban a subsistir. Tener este tipo de establecimiento le ha generado varios inconvenientes, especialmente con los vecinos que miran con reprobación que tenga el negocio de la perdición, pero que para ella y las que llegan ahí es el motor para sobrevivir.
La pandemia las hizo pasar por múltiples necesidades y no encontraron en la institucionalidad un flotador para navegar en medio de la necesidad, muchas se fueron para las ciudades a trabajar en los negocios que a puerta cerrada se negaron a parar actividades, aun con riesgo de contagiarse de covid-19. Una de ellas manifestó que volvió a Venezuela durante esos meses, pero regresó cuando se normalizó un poco más el negocio, ya que tiene cinco hijos que alimentar.
No cuentan con acceso a la salud, mucho más si son migrantes, pero los exámenes que deben hacerse mensual para revisar enfermedades de transmisión sexual, infecciones y cualquier anomalía deben pagarlo ellas mismas, no siempre recibiendo un buen servicio e igual deben desplazarse a Villavicencio si quieren hacerse la prueba del VIH.
-Nosotras no queremos las pruebas gratis, pero sí queremos precios accesibles-
-¿Aquí en La Macarena les hacen todos los exámenes-
-No, solo algunos y aparte de que nos cobran muy caro, nos miran feo, nos discriminan por dedicarnos a esto-
Así como hay meses que puede irles bien o medianamente bien, hay otros meses donde no alcanzan a hacerse $400.000 mensuales.
Decidieron abrir su corazón a dos desconocidos, quizá porque le generaron confianza y manifestaron estar investigando sobre las realidades de la protitución en el Meta o quizá porque nadie más se acerca a conocer las necesidades reales de aquellas que se dedican «a vivir una vida fácil» y aún guardan esperanzas de encontrar más posibilidades para vivir dignamente.