Felipe Harman, ni avanza ni deja parar

“Se debe respetar la autonomía de las organizaciones populares (…) esto significa, entre otras cosas, evitar la tendencia a incorporar al aparato administrativo a líderes del movimiento popular, pero también aceptar y fomentar la autonomía del movimiento popular aunque este tenga posiciones encontradas con el gobierno.”

Marta Harnecker.

Posterior a la columna en la que exponía la estrategia ejecutada por la Alcaldía de Villavicencio, cuyo fin ha sido conductivizar, estigmatizar y fragmentar la movilización del Paro Nacional en la ciudad; la andanada de juicios sin análisis de personas afines a la administración municipal –bajo la ya habitual e irrestricta romantización del alcalde– ha sido una constante. Sin embargo, las personas de la administración camufladas en el punto de resistencia de Llano Lindo se escabulleron, así como los gestores de convivencia y paz que por el repudio de la manifestación; constantemente eran retirados del espacio. 

Múltiples son las actuaciones estigmatizantes promovidas por la administración municipal, muchas de ellas ejecutadas por el alcalde, como el audio que circuló el 22 de mayo, en el que Felipe –de forma insensata e irresponsable– le endilgó “actos vandálicos a manifestantes de Llano Lindo”, por la intervención del sistema de cámaras de la concesionaria de la vía Villavicencio – Bogotá, generalización que se suma a las premisas difamatorias que ha querido posicionar. 

Otra de las tretas para fragmentar la movilización ocurrió el 31 de mayo, día en el que dos manifestantes aseguraron que “los de Unillanos nos van a vender y por eso nos judicializarán”, información transmitida por el alcalde de la ciudad –según contó uno de los jóvenes, testimonio que quedó consignado en el informe de derechos humanos de la Corporación Choapo–, esto después de una reunión en la que aparentemente les hizo una oferta de empleo a cambio de la entrega pacífica del punto, por lo que al medio día llegó a Llano Lindo una comisión de la Alcaldía de Villavicencio acompañada de la Defensoría del Pueblo, la Personería de la ciudad y los dos manifestantes, actuación que desencadenó en hechos violentos –que por supuesto se deben rechazar– en contra de estos jóvenes que presuntamente acordaron la entrega del punto sin articulación con la Asamblea Popular de Villavicencio – APV.  

Así mismo, el 5 de junio, día en el que la Fuerza Pública desproporcionadamente arremetió en contra de la manifestación e incautó de forma arbitraria bienes que se encontraban en el punto de resistencia, se estableció conversación con la administración municipal, pero después de dos propuestas por parte de la APV para hacer cierres temporales de la vía y desarrollar una campaña de pedagogía con las personas que transitaban; la respuesta fue negativa, la orden era levantar o levantar, pues el alcalde de la ciudad con su falso discurso de apoyo al Paro, y como siguiendo órdenes de Jennifer Arias que en un comunicado el día anterior solicitó el cumplimiento de las instrucciones dadas por Iván Duque, actuó con su acostumbrada sumisión de los mandatos nacionales.

Una vez más la recalcitrancia del mandatario salió a relucir, pues después de acceder a hablar personalmente con la APV ante la obcecada actitud de su comitiva, imperó la negativa y se acordó el ingreso al Colegio Juan B. Caballero, sin cierres de la vía, con pedagogía de máximo tres minutos y con el compromiso de crear una mesa de garantías. Esa mesa de garantías que ya ha sesionado en varias ocasiones y de la que la APV se ha levantado múltiples veces; ya que ha sido un espacio hostil que parece más un tribunal de juicio; ejemplo de esto fue la sesión del 18 de junio, en la que César Augusto Buitrago –Director de Convivencia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Villavicencio– responsabilizó y endilgó actos de terrorismo a la manifestación, hecho que profundiza la estigmatización y pone en riesgo la vida e integridad de las y los manifestantes; por lo que, desde la APV se instauró una denuncia ante la Procuraduría.

La estrategia de desarticulación del Paro Nacional en Villavicencio ejecutada por el alcalde ha trasegado por diversos hechos, desde la coerción del gremio de taxistas y camioneros, la constante confabulación con la policía de tránsito para mentirle a la ciudadanía con cierres falsos, hasta el posicionamiento en medios de comunicación a partir de la falsa imagen de ciudad pacífica; así como tituló El Espectador la mediocre columna “Villavicencio, laboratorio de diálogo en el paro nacional”, un texto lleno de falacias, con un análisis descontextualizado y bajo el supuesto diálogo con “varios actores”; incluyendo un vocero autoproclamado de Llano Lindo, persona que carece de legitimidad en el punto de resistencia. 

El doble discurso de Felipe, que por un lado exalta el mérito de las expresiones movilizadas y su concienzudo actuar, pero por otro lado cita a jóvenes a despacho para coartarles a partir de lo que eufemísticamente llama “despliegue institucional”, a posteridad su legado será ser el artífice de la estrategia que ha intentado desarticular un proceso de manifestación en Villavicencio que ha sido histórico en el país. 

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, mas no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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