Consecuencias del incumplimiento del PNIS en el Guayabero

El 30 de septiembre, Voces del Guayabero denunció que en el marco de la jornada de erradicación en la vereda El Charcón en Vista Hermosa, un soldado agredió a un campesino que participaba en el plantón en defensa de sus matas de coca.

En La Tigra, Puerto Rico las y los campesinos que no se habían atrevido a irse de su territorio a pesar de estar pasando necesidades y nuevamente estar cultivando, estaban aún más expuestos. En una vereda casi deshabitada, en la que no tienen acceso a servicio de salud, educación, en la que sus vecinos y vecinas hace meses se fueron en busca de mejores garantías de vida, preservar su sustento no era una posibilidad, sino una obligación. Pero al ser tan pocas familias y estar casi a la deriva, el 07 de octubre crearon un perfil en Facebook y lanzaron un “SOS a las entidades municipales, nacionales e internacionales para que nos ayuden. El Ejército se encuentra violando nuestros derechos, están disparando y arremeten contra la vida de todos los hombres, mujeres y niños. Necesitamos ayuda urgente”.

En tres veredas la comunidad puso sus esperanzas en el programa de sustitución e hizo erradicación voluntaria. En Laguna Gringo, La Reforma y La Tigra en el municipio de Puerto Rico, las y los beneficiarios alcanzaron a recibir la Asistencia Alimentaria Inmediata, que consistía en un pago mensual de $1.000.000 de pesos por 12 meses que, aunque no se entregó en los tiempos establecidos, sí llegó a la mayoría de familias inscritas. 

No obstante, fue lo único que llegó a las familias beneficiarias, por ello se han generado dos escenarios. En el primero las y los campesinos volvieron a cultivar y procesar la pasta de coca y en el segundo, tuvieron que emigrar en busca de oportunidades de subsistencia a ciudades capitales o en su defecto a veredas cocaleras. Es por esto que, se convirtieron en un blanco relativamente fácil para adelantar los operativos de erradicación por parte de las fuerzas militares, pese a que contaban con el respaldo de otras veredas.

Sin embargo, el diálogo constante con el espacio humanitario y los procesos de formación previos a la llegada de las tropas, ya los había preparado para actuar ante casos de violaciones de derechos humanos. “A pesar que ellos a cada momento no están con nosotros, ellos nos defienden desde afuera y estuvieron aquí acompañándonos” narró a Voces del Guayabero una de las campesinas del sector.

En una vereda donde las hectáreas cultivadas no sobrepasan las tres por familia –y quedan pocas familias-, es controversial el despliegue militar para erradicar en un territorio donde lo que se debería es estar cumpliendo con el PNIS, ya que, en el 2018 esta vereda había accedido a erradicar de manera voluntaria con el sueño de cambiar su forma de subsistencia. Empero, según Ideas para la Paz, estas acciones no son nuevas “No hay una relación entre el número de hectáreas cultivadas en un municipio y los choques. De hecho, en buena parte de los municipios con choques, el número de hectáreas es bajo”.

El 19 de octubre, la comunidad de La Tigra sale a recibir a las tropas que iban a adelantar la jornada de erradicación para que no pudiera llevarse a cabo o que mediante el diálogo llegaran a algún acuerdo. Fueron recibidos con disparos al piso por parte de los uniformados para dispersarlos, sin embargo, insistieron en que debía frenarse el procedimiento y empezaron a recibir empujones e insultos. El momento quizá más duro, es ver cómo en medio de los insultos, un campesino se arrodilla, mirando para todos lados, mientras se puede ver que hay más de ellos en ese estado, amedrentados por las ráfagas de fusil.

Pero no solo los campesinos fueron agredidos, sino también Gallito, quien se encontraba acompañando la jornada, pues un líder del sector le había dicho que ese día iban a dialogar con las tropas, ya que, el campamento militar se había establecido a menos de 100 metros de una vivienda y ellos podrían quedar inmersos en un enfrentamiento entre el Ejército Nacional y las disidencias.

No obstante, al ser recibidos con disparos, este reportero que con el paso del tiempo fue aprendiendo a calmar su temperamento, vio nuevamente su vida pasar entre sus manos; un soldado quería dispararle «delen a ese hijueputa, delen a esa gonorrea”, recuerda que le gritaba, sintió que el militar «lo iba a partir como quien parte un pedazo de queso”, pero fue gracias a otros soldados que se llevaron y calmaron al uniformado, que tuvo tiempo de correr y alejarse en medio de la selva.

A partir de ese día Gallito fue advertido por la comunidad, que lo mejor era que no acompañara más a La Tigra y en general, evitara estar en zonas donde se generaran los enfrentamientos, ya que, podían terminar asesinándolo. Duró una semana sin asistir, ayudando a Mincho, el editor, en la publicación de contenidos. Una semana después nuevamente lo estaban persiguiendo en medio de la selva para censurar su trabajo.

Para leer la investigación completa:

Familias cocaleras del Guayabero entre ráfagas de fusil

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