En el Sena del Hachón en Villavicencio estudian dos personas trans: Alejandra Tovar y Santiago Osorio. No se conocen entre sí, pero comparten una historia de tránsito y de aceptación por parte de sus compañeros y compañeras. Su identidad de género es respetada, lo cual refleja avances en lo mínimo que deberían tener todas las personas en cuanto a la garantía de derechos.
Alejandra y Santiago han encontrado en el Sena El Hachón no solo un lugar para aprender y crecer profesionalmente, sino también un espacio seguro donde pueden ser libremente. Esto ha sido fundamental para que puedan estudiar sin el temor de sentir que se les juzga o se les excluye por su identidad de género.
Según la Organización Internacional del Trabajo, “a menudo la causa de discriminación, acoso y exclusión del mercado laboral de las personas trans, es la percepción de no conformidad con la heteronormatividad -la creencia social de que lo ‘normal’ es ser heterosexual-, y también de las ideas preconcebidas sobre la apariencia y el comportamiento que supuestamente deben tener una mujer y un hombre”.
Los estudios de género han adoptado el término “techo de cristal” que se refiere a las barreras invisibles que enfrentan las mujeres y las personas trans en su desarrollo profesional, no debido a una falta de preparación o habilidades, sino a la propia estructura institucional y social.
Un estudio realizado por el Centro Nacional de Consultoría y la Cámara de Comerciantes LGBT reveló que sólo cuatro de cada 100 personas trans tienen un contrato laboral. El informe señala que la falta de reconocimiento de su identidad en el documento es una de las barreras más significativas que enfrenta esta población en Colombia. Según el DANE, en 2023 la tasa de desempleo fue del 10,2%, y el 55% de los trabajos son informales. Esta situación afecta especialmente a la juventud y presenta un panorama aún más desalentador para la población trans.
Es por estas razones que el hecho de que Alejandra y Santiago se estén formando y vayan a acceder en un futuro al mercado laboral implica un paso importante para que las personas trans puedan acceder a un trabajo digno.
“Para las mujeres trans es difícil aceptarse a sí mismas”
Cuando Alejandra estaba en el colegio sí sufrió discriminación porque le tocaba utilizar el uniforme de hombre. “A pesar de que la ropa no tiene género, nos tratan como nos ven. Cuando yo me vestía así me trataban diferente así yo intentara defender el hecho de que no me siento como hombre y quiero que me traten como mujer”, cuenta.
Sintió discriminación por parte de la rectora, coordinador y profesores de su institución educativa. “Intentaban corregirme de una manera amable para que no me sintiera tan atacada. Sin embargo, se sentía muy incómodo”, recuerda. Ahora lleva seis meses estudiando una tecnología en alimentos y se siente cómoda y aceptada.
En la actualidad, la familia de Alejandra la apoya, pero en el pasado no fue así. De pequeña cogía las cortinas o las sábanas y se las ponía de vestido. “Mi mamá me pegaba muy duro, me regañaba, y también se burlaba de mí de una manera muy fea”. A pesar de que tiene un tío homosexual que su mamá quiere y acepta, cuando Alejandra tenía 13 años y su madre se enteró que siente atracción hacia los hombres “hubo mucha pelea y fue muy complicado volver a armar esa confianza”.
A pesar de que hoy la relación entre Alejandra y su madre ha mejorado, sigue siendo medida por la distancia. “Ya no recuerdo un te amo, que yo le haya dicho a mi mamá o al contrario. Yo la cuido y ella me cuida. Yo la respeto y ella me respeta. De vez en cuando cruzamos palabras súper importantes, pero no he tenido la confianza de contarle mis cosas solo por encima”.
Vive en el barrio El Brillante de Villavicencio y ha sufrido acoso callejero similar al que viven las mujeres. “Me dicen cosas o me chiflan y eso es muy incómodo. Pero es “normal”, aunque no debería ser así”, comenta. Empezó a transicionar en el 2022 tomando hormonas, sin embargo reconoce que está arriesgando su vida al automedicarse.
“Las personas a veces no saben que para las mujeres trans es difícil aceptarse, porque al principio tú naces de una manera y después te sientes o te expresas de manera diferente. No tener conocimiento, no tener apoyo o guía de parte de familiares o de amigos o de personas cercanas y saber que para algunas personas esto es malo, una siente que está haciendo algo indecente”. Por esta razón Alejandra empezó a sentir que estaba mal ser femenina, pero ahora se acepta tal cual es. Sueña con ser modelo, diseñadora de modas o actriz, pero reconoce que antes de todo, debe terminar su transición.
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“Poderle mostrar al mundo que soy un hombre”
Cuando Santiago entró al Sena tuvo una actividad con los demás compañeros y compañeras en la que pudo expresarse y contarles que es un chico trans y que se sentiría cómodo si se dirigen a él con pronombres masculinos. “Lo hablé con una instructora y ella se encargó de que todas y todos los instructores con los que yo veía, me trataran con el pronombre que es”, recuerda.
Desde entonces afirma que quienes le rodean en este centro educativo han sido “personas muy respetuosas que hasta el día de hoy que ya estamos próximos a salir, siempre me han tratado como él. La verdad me siento muy cómodo”. Reconoce que si se ha encontrado con personas que no respetan su proceso, pero afirma que en ese tipo de situaciones “hay que tener mucha paciencia”.
Se considera reservado. Tiene 21 años y solamente ha asistido a una marcha del orgullo diverso. Ya ha avanzado en el proceso de tránsito con las hormonas y se siente contento por ver los cambios en su cuerpo. “Meses atrás mi voz no es la que tengo ahora, mis facciones no son las que tengo ahora. Eso ha generado un impacto en las personas y ya me identifican como soy”.
Reconoce que ha sufrido rechazo en la ciudad. Pero con paciencia explica que está en un proceso y no hay necesidad de que las otras personas lo vivan con él. “Si te quieres alejar bien”, le dice a quienes lo discriminan. “Para nosotros es duro porque debemos vivirlo solos”, cuenta.
Con su madre y su padre también fue un proceso complicado. “Son personas de otras épocas y ha sido un gran impacto para ellos, pero el amor de familia todo lo puede”. Dice que lo más importante para las personas trans es tener un ambiente familiar sano. “Si estamos en lucha afuera no queremos estar en lucha dentro de nuestra casa porque es un buen lugar donde nosotros encontramos paz, tranquilidad y si tenemos algún problema afuera sabemos que allí en casa nos van a consolar y vamos a sentir ese amor”.
Santiago también se automedicó poniendo en riesgo su vida. Hoy en día ya lleva el proceso de tránsito por la EPS porque aspira a masculinizar su torax y “poderle mostrar al mundo que soy un hombre”. En Villavicencio ha tenido problemas para llevar a cabo lo que desea y por eso acudió a entidades de salud en Bogotá.
Espera también poder cambiar su documento de identificación para que aparezca masculino en la categoría sexo. Concluye incitando a las personas que sienten un poco de miedo al momento de hacer la transición o de salir del closet, que lo hagan. “que sean quiénes son y muestren lo que lo que verdaderamente son.
A pesar de los avances en cuanto al reconocimiento de las identidades de género diversas, siguen persistiendo retos en cuanto a temas como por ejemplo el acceso al tránsito con hormonas. Esto hace parte de las peticiones históricas de la comunidad trans. Pese al camino recorrido aún no se consolidan las garantías reales para una atención integral en salud y las historias de Alejandra y Santiago lo demuestran.
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