Diálogos entre el Gobierno de Colombia y el ELN: un esfuerzo que continúa

Foto: Web.

La Operación Anorí lanzada por el Ejército de Colombia tuvo tanto éxito que el COCE (Comando Central) del ELN anunció al gobierno del entonces presidente de la República, Alfonso López Michelsen, su intención de dejar las armas tras la casi desarticulación de esa guerrilla. Corrían los años 70s y Jaime Castro, asesor para 1975 del Ministerio de Defensa, viajó al municipio de Barrancabermeja para presenciar la entrega de armas de casi 200 hombres de esa guerrilla que habían pedido ese espacio a cambio de amnistía. El proceso no fue culminado porque el ELN no se hizo presente argumentando que el Ejército estaba lanzado operaciones militares en la zona.

Ese puede ser considerado como el primer acercamiento entre el gobierno y el grupo armado para pactar la paz, pero durante los años venideros todos los intentos sufrirían dificultades, saboteos y se generarían señalamientos de parte y parte en el que ninguno de los dos bandos aceptó su responsabilidad en los fracasos. Posteriormente la guerrilla tomó una posición menos protagónica en el conflicto armado, quedando el M-19 y las FARC como los grupos insurgentes con mayor relevancia.

Casi 15 años después el grupo armado estaba nuevamente estableciendo contactos con el gobierno, en ese momento con César Gaviria quien estaba liderando un país sumido en la guerra contra los carteles del narcotráfico y que estaba expectante tras la nueva Constitución Política de 1991 que prometía cerrar brechas sociales enormes y que de alguna u otra manera habían sido el germen de la guerra.

A la cita de ese proceso de paz también se llegó tarde, la agenda de 10 puntos acordados en Tlaxcala, México, no solo con el ELN sino con toda la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (organización que aglutinaba a la mayoría de los movimientos guerrilleros) fue abandonada tras la muerte en cautiverio del Exministro de Defensa Argelino Durán en una acción del EPL.

El proceso que estuvo más cerca de concretarse en un acuerdo de paz fue el sostenido por aquella guerrilla y el gobierno de Ernesto Samper. Los diálogos que se realizaron principalmente en la ciudad alemana de Maguncia y gracias a la mediación de un asesor del gobierno de Alemania, Werner Mauss, terminaron con la firma de un preacuerdo en Madrid, España. Hasta ese momento el país nunca había ni estaría más cerca de lograr pactar la paz con esa guerrilla.

Pero, así como fue el avance, también fue el descalabro del proceso, porque tanto gobierno como guerrilla vivirían sus peores momentos por aquellos tiempos. Por su parte, el ELN sufrió con la muerte del “Cura” Pérez una fuerte crisis organizativa, ya que su desaparición física generó un vacío de poder que hizo que varios lideres rivalizaran por el control de la guerrilla. A su vez, el gobierno vivió uno de los capítulos más duros en la historia republicana de Colombia, el Proceso 8.000. El país no solo quedaba con otro proceso de paz fallido, también en el peor momento institucional de su historia.

Entre los 12 años de los gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe Vélez (1998 – 2010) se lograron acercamientos sin que se avanzara de manera definitiva en el establecimiento de un preacuerdo. Fue solamente hasta la llegada al poder de Juan Manuel Santos en el que hubo un proceso de mayor relevancia, pero que nuevamente no arrojó los resultados esperados, aunque la firma de los acuerdos con las FARC evidenció que sí era posible concretar la paz con uno de los actores armados más antiguos del país.

Ahora con Gustavo Petro, presidente de corte progresista, se abre una nueva posibilidad de pactar con el ELN una paz que sea duradera, pero que necesita ser reforzada con políticas amplias para lograr justicia social en uno de los países más desiguales del mundo. Los actuales diálogos empezaron con algunas dificultades, como las afirmaciones del jefe de Estado que posteriormente fueron desmentidas por la insurgencia, lo que genero grietas en el incipiente proceso y que lo debilitó.

En estos momentos los diálogos han logrado un cese bilateral que entrará en vigor el próximo 03 de agosto de 2023 y la participación de la sociedad civil. Los ciclos de conversaciones han sido en Caracas, Ciudad de México, La Habana y el cuarto continuará en la capital venezolana, en donde se espera se concreten los acuerdos más representativos que, finalmente culminen con el cese total de las hostilidades en el 2025, tal cual se lo ha propuesto Gustavo Petro.

La nueva agenda entre gobierno y guerrilla abarca seis puntos y serán los ejes en las conversaciones. Estos son: la participación de la sociedad en la construcción de paz, democracia para la paz, transformaciones para la paz, víctimas, fin del conflicto y el plan general de ejecución de los acuerdos entre el Gobierno Nacional y el ELN.

Culminar los diálogos en un acuerdo depende en muy buena medida en la confianza entre las partes, en el cumplimiento del cese al fuego, en resolver y garantizar mediante políticas muy amplias que las causas de la guerra serán superadas y, ante todo, se den las condiciones para no la repetición. Por ahora, se espera que el nuevo ciclo de negociaciones en Caracas culmine con las bases para que la mayoría de los puntos puedan ser logrados en el 2024, año clave para la firma definitiva de la paz con el ELN.

(Foto:Ilustración tomada de la web). 

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