Los impactos de la guerra en Colombia en términos humanos son enormes, un conflicto de casi 60 años deja heridas profundas y casi incurables. Los desmanes cometidos por todas las partes son casi imposibles de calcularlos y rescatar las voces de la totalidad de las víctimas tomaría décadas y mucho papel para narrar el episodio más triste de la vida republicana de Colombia. El conflicto alcanzó niveles inimaginados por el grado de deshumanización, de los intentos de eliminar al contrario de todas las formas posibles y el abandono estatal de la Colombia profunda, como una vez la catalogó Alfredo Molano.
El conflicto tuvo como germen la posesión de la tierra que enfrentó al aparato estatal, elites, campesinos, indígenas y guerrillas que poco a poco fueron ganando terreno. El conflicto se fue anidando en Colombia de una manera tan fuerte, que lo que en su momento era un levantamiento que los gobiernos de turno lo calificaron de algo menor, paso a ser una cruenta guerra que se ensañó principalmente contra la población civil, campesinos, indígenas y grupos étnicos minoritarios. Las víctimas son en un 90% civiles, porcentaje resultante de masacres, desapariciones, desplazamientos forzados, despojo de tierras, asesinatos selectivos, secuestros torturas y desaparecidos que tienen a sus familiares reclamando por verdad.
Los responsables son principalmente los grupos paramilitares, las diversas guerrillas, las fuerzas armadas y la Policía. La participación de cada uno de ellos es explorada y contada a lo largo del Informe Final, así como de gremios económicos, terratenientes y de sectores políticos que promovieron la impunidad. Toda esa amalgama de responsables y víctimas tuvo un elemento en común, la tierra. El despojo fue el arma más utilizada por los grupos armados y no armados para arrebatar a más de 8 millones de hectáreas. Esa lucha casi incesante por enormes extensiones de tierra en todo el país, tuvo entre otros, el blanqueo, narcotráfico (siembra de coca) y otros proyectos económicos como la ganadería, los monocultivos y la extracción de minerales.
En la mayoría de los casos las víctimas sufrieron hechos de violencias tres o más veces. Del total de los casos recogidos por la Comisión, un 42% reportó haber sufrido actos contra su integridad más de una vez
Según la Unidad para la Atención y la Reparación Integral a las Víctimas, 32.812 personas han declarado haber sido despojadas de sus tierras y 132.734 han declarado perdida de bienes muebles e inmuebles en el marco del conflicto armado. A su vez, la Unidad para la Restitución de Tierras ha reportado con corte al mes de mayo de 2022, 17.543 demandas de restitución ante instancias judiciales. Para la Comisión del Verdad casi ninguna familia extensa ha escapado de los estragos de la guerra, es decir, casi todas las familias han sido víctimas de alguna u otra manera del conflicto armado más largo del hemisferio occidental.
Una de las víctimas da cuenta que el horror de la guerra no solo generó secuelas profundas en la población civil, sino que favoreció económicamente a diversos sectores empresariales y políticos, especialmente a quienes acumularon tierras y propiedades. Una de las tantas víctimas entrevistadas y que narra su historia en el informe final, da cuenta de esa situación. “En muchos casos, haber sobrevivido físicamente no basta, hay gente que sigue metida, por todos los motivos que pueda haber, en una dinámica de guerra, en alimentar el conflicto y la violencia, por eso digo, yo creo que víctimas somos todos, menos los que tienen interés o ganan de la guerra, que no quiere decir los que participan, sino los que tienen interés y ganan de ella”.
Al menos el 20% de la población civil en Colombia tuvo algún tipo de afectación directa con ocasión a hechos violentos, pero lo que resulta más sorprendente es que la mayoría de los casos las víctimas sufrieron hechos de violencias tres o más veces. Del total de los casos recogidos por la Comisión, un 42% reportó haber sufrido actos contra su integridad más de una vez, en distintos periodos de tiempo y con diversos actores armados. Lo que deja en evidencia que el tener control de la población y de territorios específicos fue una constante en el marco de la guerra.
La prolongación del conflicto fue el resultado de lo largo del mismo, la frustración de diversos procesos de paz que fracasaron, la impunidad y promesas incumplidas de todas las partes. El no creer en la contraparte y la desconfianza agudizo la guerra, acentuando las violencias, las masacres y los desplazamientos forzados. Esto generó un panorama desolador, especialmente contra la población civil, según la Unidad para las Víctimas, el 48,9% de los afectados son mujeres, el 18,1% pertenecen a grupos étnicos, el 22,1% tiene entre 0 y 17 años de edad y el 22,7% está entre los 18 y los 28 años. Es decir, que del total de las víctimas el 44,8% fueron bebés, niños, niñas y jóvenes.
Ante la barbarie desmedida, nacieron procesos organizativos de las comunidades, impulsando proyectos productivos y generando resistencia pacífica ante los actores armados. De esta manera, los lideres y lideresas se convirtieron en objetivo militar, fueron silenciados, asesinados y exiliados, ese fue el costo para miles por ejercer sus derechos ciudadanos de participar en democracia para resistir a los embates de la guerra.
Para leer más sobre este capítulo del Informe Final entregado por la Comisión de la Verdad, recuerda que puedes descargarlo y/o navegar por su transmedia en:
https://www.comisiondelaverdad.co/
¿Qué es la Comisión de la Verdad?
La Comisión de la Verdad en Colombia es una institución del Estado que nació a raíz del Acuerdo de Paz firmado por el gobierno de Colombia y la antigua guerrilla de las FARC EP. La entidad fue creada mediante el Acto Legislativo 01 de 2017 y su misión ha sido la de contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido durante el conflicto armado desde el año 1958 hasta 2016, promoviendo un entendimiento compartido con la sociedad, en especial de los aspectos menos conocidos, como el impacto en los niños, niñas y adolescentes y la violencia basada en género, entre otros.
Así mismo, la Comisión promueve y contribuye al reconocimiento de tres dimensiones: reconocimiento de las víctimas como ciudadanos y ciudadanas a quienes se les vulneró sus derechos. El reconocimiento voluntario de responsabilidades individuales de quienes participaron de manera directa o indirecta en el conflicto. Y, en general, el reconocimiento de toda la sociedad de ese legado de violaciones e infracciones como algo que merece el rechazo de toda la sociedad y no se debe repetir.
También la Comisión ha promovido la convivencia en los territorios, creando un ambiente transformador que permita la resolución pacífica de los conflictos y la construcción de la más amplia cultura de respeto y tolerancia en democracia. Por último, la de propiciar transformaciones estructurales dirigidas hacia la no repetición del conflicto armado.
*Esta campaña se realiza con el apoyo del Instituto Colombia-Alemán para la paz -CAPAZ.