Miles de opiniones a diario se dan sobre el aborto, muchos se suman a una postura colectiva, con estereotipos y, expectativas sobre el rol de las mujeres en la sociedad que limitan nuestra sexualidad a la maternidad, obviando el hecho de que la vida de cada ser y su ejercicio pleno, está a cargo de cada uno de nosotros/as, y, es aquí donde siempre se ha generado el debate; pues el legislador desde hace ya varios años ha adoptado normas de carácter penal, desconociendo a la mujer como un ser humano y convirtiéndola en un simple instrumento de reproducción de nuestra especie, imponiéndole en ciertos casos, procrear. Algo así como: debemos nacer, crecer, reproducirnos y finalmente morir, sin saltarnos algún ciclo porque no somos libres de tomar tal decisión ¿y dónde queda la autodeterminación reproductiva? porqué está mal que la mujer decida abortar, pero no es inequívoco que a una mujer se le obligue ser madre, o que el padre abandone a sus menores y la responsabilidad recaiga netamente sobre la madre, jamás ha estado mal el hecho de que el padre de familia no tenga conocimiento de cambiar un pañal, de preparar una leche, de ser acudiente de su propio hijo o hija en la escuela, no hay nada de errado en la sociedad cuando hay pequeños en las calles pidiendo limosna, desnutridos y trabajando en vez de estar estudiando, o qué me dicen de aquellos que son abusados/as por sus propios padres o vendidos como objetos sexuales por sus propias madres (si se les puede llamar así). La maternidad no puede ser impuesta, ser madre es una decisión que recae principalmente sobre la mujer, una decisión para toda la vida, compleja no sólo porque se trata de cambios en su cuerpo, bienestar, vida, sino también por los riesgos inherentes que pueden representar en el futuro para ella y para un bebé.
Cuando hablamos de esto, también es necesario decir que la penalización del aborto es una restricción desproporcionada de los derechos fundamentales, una oblación de valores, principios y decisiones personales para satisfacer el interés general o privilegiar la posición moral y/o jurídica de otros bienes que son objeto de protección. A propósito, en Colombia ha venido siendo un tema que despierta muchas pasiones y pocos argumentos de quienes no están de acuerdo con el aborto y, aunque esperaba que la Corte Constitucional fuera más garantista y tuviera en cuenta recomendaciones como la que hizo el Comité CEDAW en su Observación General No. 35 a los Estados para eliminar la legislación que penaliza el aborto, en la que arguye que cuando se niega o posterga un aborto sin ningún tipo de riesgo, se constituye una forma de violencia de género discriminándose como tortura, trato cruel inhumano o degradante.
Recordemos la Declaración de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de El Cairo de 1994, en la que se reconoció que los derechos reproductivos de las mujeres y las niñas son esenciales para la sociedad y, tienen relación directa con otros derechos, tales como el libre desarrollo de la personalidad, la salud, la dignidad, la igualdad, la educación y la información; el hecho de reconocerlos, genera un progreso para la humanidad, que de por cierto, están en nuestra Carta Magna. Sin embargo, hay que reconocer que si no fuera por la Corte Constitucional, en este país no se hablaría aún del aborto, ni habría tres excepciones para hacerlo, pues a esta Corte le ha tocado legislar porque el Congreso de la República sólo debate temas de acuerdo a los intereses de quienes lo integran.
Es de resaltar que, en varios de los países donde se ha legalizado el aborto y se practica de manera segura y gratuita, ha disminuido la tasa de mortalidad de mujeres –en un aborto clandestino la vida del feto no es la única que está en riesgo- y, aunque muchos deciden juzgar y asediar las mujeres por una decisión personal e íntima, no saben que quienes toman la decisión en un gran porcentaje, tienen miedo, no se sienten capaces, han sido abusadas, no desean ser madres, los métodos anticonceptivos no les funcionan o, así sea raro en pleno siglo XXI, hay un gran porcentaje de mujeres rurales y de escasos recursos que desconocen los métodos anticonceptivos porque jamás han recibido clases de educación sexual y reproductiva, ni siquiera por parte de sus familiares, por considerarse aún, un tabú.
Por ello, más allá de salir a defender o atacar algo con lo que no están de acuerdo, se trata de respetar las decisiones de vida y la autonomía que tienen las personas, de tener un poco de empatía y ponerse en el lugar del otro; quizás no vamos a entender, no vamos a saber el por qué, pero de seguro, sí vamos a generar un cambio al dejar de señalar, mejor decidamos acompañar o apoyar a alguien cercano a tomar tan importante decisión.
*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.