Por la reivindicación de nuestras raíces indígenas

Me gustaría iniciar este artículo, con los nuevos hallazgos arqueológicos realizados  en México, respecto a lo que parece una filosofía y a una visión del mundo y  la vida bastante particular, que era enseñada de manera generacional, donde por ejemplo consideraban la existencia como un mundo lleno de peligros y donde fácilmente se puede sucumbir a ellos; además de una versión anti-utilitarista de la vida, donde es más cuerdo escapar de los placeres, que sucumbir a ellos, un pensamiento sin duda más sofisticado de lo que habíamos imaginado.

Lo anterior para reivindicar la imagen que siempre nos han proyectado del mundo prehispánico, como bárbaro y carente de toda cultura, y donde la petición de un mandatario Latinoamericano pidiendo al Rey español pedir disculpas por el genocidio de las Américas, fue tomado más con ridiculez que con la seriedad que debía tener el asesinato sistemático de miles y miles de indígenas y africanos esclavizados,  donde la grandeza cultural y de saberes, se perdió en gran medida. Esto nos da una primera pista de cómo la cultura y el pensamiento occidental han secuestrado la verdad solo para mostrar de ella la versión que más les convine.

Enrique Dussel, especialista en filosofía de la liberación, señala de manera muy convincente, cómo el inicio de la modernidad es el descubrimiento de américa;  mientras que en Europa señalan a la revolución francesa, o la revolución industrial, y hasta en algunos casos la publicación del discurso del método, de Descartes, como su inicio. Sin embargo, fueron los recursos extraídos de américa los que le permitieron a Europa florecer y enriquecerse, fueron estos mismos recursos los que lograron financiar las campañas españolas para expulsar definitivamente a los moros del continente Europeo, y además de esto, fue el descubrimiento el que realmente hace tener conciencia a la humanidad de su propia dimensión y su  diversidad, del mismo modo que  por primera vez el hombre y su historia se vuelve una sola.

Entonces si lo anterior es cierto ¿porque Europa se empeña en desconocerlo? La respuesta más sencilla que podemos dar, es el Eurocentrismo, Ellos no quieren una historia en que los europeos no sean los protagonistas principales; pero de manera más profunda podemos encontrar otra razón: es importante para Europa descalificar la cultura y la importancia de los pueblos aborígenes, descalificar y reducir al enemigo al termino salvaje, para que sus vidas (“del tercer mundo”) no sean importantes, para que la historia los califique como conquistadores y civilizadores y no como genocidas; desde la antigüedad esta ha sido la mejor arma de guerra, reducir al perdedor a un valor inferior al humano, para que su dolor y su sufrimiento ya no importe tanto.

Para muchos este debate  se  trata de un tema lejano que se debe olvidar, pero en realidad es una parte de lo que somos, es una memoria histórica que se debe realzar y que debe estar vigente en nosotros, por supuesto no en busca de venganza o resentimiento, sino como reivindicación de unos pueblos ancestrales que a diferencia de occidente si sabían convivir en armonía con la naturaleza, y que se creían y actuaban como parte de ella, más en una época donde el calentamiento global y la contaminación amenazan nuestra propia existencia.

Por ultimo quería aportar una evidencia concreta respecto a la actualidad del debate aquí planteado y es el del galeón San José, descubierto hace pocos años en aguas territoriales colombianas por la armada de nuestro país, con cientos de toneladas de metales y piedras preciosas saqueadas hace siglos por los españoles, y que aun así tienen el cinismo de reclamar como propias.

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