Pieles de ébano: mujeres resilientes en Buenaventura, Valle del Cauca

Buenaventura, Valle del Cauca

“En Ébano, nosotras las mujeres somos dadoras de vida, somos conservacionistas, somos sazonadoras, somos cultura, somos profesoras, somos enfermeras y somos asesoras turísticas ”, Atanasia Gamboa, lideresa afro de la Agencia Operadora de Turismo Mujeres de Ébano. 

Por: Shirly Forero y Simón Zapata

El viento que impulsa las olas del océano Pacífico y acaricia las playas de Buenaventura, es el mismo que brinda frescura a la cotidianidad de las mujeres que, después de haber experimentado un pasado que les marcó profundamente, vislumbran esperanzas de transformación. Esta es la historia de la Asociación de Mujeres Ébano, un grupo que encapsula una amalgama de memorias, resiliencia y solidaridad.

Esta historia no podría contarse sin Atanasia Gamboa. Tiene 50 años y se ha dedicado a la lucha por la equidad de género, especialmente a través de iniciativas para promover el acceso a empleos dignos a mujeres que han sido víctimas de violencia basada en género. 

Habla con firmeza y sin tapujos, a veces pausado, con el arraigo afligido a su territorio debido a la exclusión que han sufrido, no solo por ser mujeres, sino también por ser afro. Aun así, ha dado pasos enormes para garantizar la emancipación de un patriarcado que poco a poco se debilita. La gota que derramó el vaso fue el caso de una chica de la comunidad que fue agredida por su pareja “a puños y machetazos” en la madrugada. El responsable fue detenido y recluido en un calabozo. Pero hacia las 3:00 p.m., se le vio a él junto a su víctima, con una sutura en la cabeza, caminando tomados de la mano.

El miedo a terminar como Gloria 

“Ay, mírala, recién macheteada y anda bien cogida con su hombre”, le dijeron. Atanasia solo pudo pensar en cómo se estaría sintiendo aquella muchacha que horas atrás estuvo a punto de perder la vida con un machete sostenido por el compañero que ahora le tomaba la mano. 

Según la investigación “Barreras para la denuncia y salida de situaciones de violencia de género en mujeres latinoamericanas: Un estudio cualitativo”, hay varios factores que determinan el hecho de que una mujer siga con su pareja a pesar de ser víctima de violencia basada en género: dependencia económica, normas culturales y sociales, miedo a la retaliación, falta de apoyo institucional y aspectos psicológicos como el miedo al futuro y el apego emocional al agresor. 

En medio del horror que emergía entre los aires salados, dos feminicidios estremecieron a la comunidad y acrecentaron el temor de las mujeres. Una de las víctimas se llamaba Gloria, nombre que empezaron a usar los hombres para amenazar a sus parejas. “¿Querés que te pase lo que le pasó a Gloría?”, o “No me hablés así que te pasa lo que pasó a Gloria”, les sentenciaban. 

Quizá fue por el anhelo de ya no sentir miedo que en una tarde de amigas a la orilla del mar germinó la idea de Mujeres Ébano. Como el árbol de ébano, resistentes, enraizadas en la tierra, en vez de tronco como base son pilares de fortaleza y sabiduría, guardianas de tradiciones, símbolos de dignidad y armonía. 

En cada paso que dan con gracia, resuenan ecos de lucha y de esperanza. Pero tal designio tardaría un poco más en materializarse. Junto a Atanasia, se lanzaron al ruedo nueve mujeres. “Muchachas, lo que les pasó a ellas le puede pasar a cualquiera de nosotras”, les comentó. “O nos unimos y buscamos ayuda, o preparémonos para llegar a esos extremos”. Eran ellas contra compañeros agresivos, una sociedad que normaliza el machismo y una Policía que no contaba con enfoque de género. 

Buenaventura, en Valle del Cauca, está poblada en su mayoría por mujeres afrodescendientes, y otras tantas mujeres indígenas, que residen en áreas marginadas, sufren una carga considerable de discriminación, que se suma a las formas de violencia basadas en género. 

Un año antes de que se creara la asociación, la Defensoría del Pueblo publicó el informe «Violencia contra las mujeres en el Distrito de Buenaventura» en el que evidenció que “en las mujeres de Buenaventura se entrecruzan diversos factores de vulnerabilidad determinados por el género, la pertenencia étnica y la condición social”. Más de una década después, a nivel nacional las cifras no son muy alentadoras: cada hora son víctimas tres mujeres en el país, 128 mil al día y durante todo el 2022, 47 mil sufrieron violencia intrafamiliar durante el 2022 según la Procuraduría General de la Nación. 

Eso se agudiza con un conflicto armado interno que a la fecha ha dejado más de nueve millones de víctimas, y en Buenaventura no ha habido excepción. El municipio tiene una de las mayores tasas de violencia y desplazamiento debido a la escalada del conflicto entre grupos armados ilegales.

En el Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, en la parte titulada “Mi cuerpo es la verdad, experiencias de mujeres y personas LGBTIQ+ en el conflicto armado”, se narra que los actores armados ejercieron control “usando el cuerpo de las mujeres como lugar de conflicto, botín de guerra, fuente de placer, entretenimiento o compensación; como fuerza de trabajo, como espacio para dejar mensajes. Así se las obligó a disociarse de su cuerpo. Se inscribieron en los cuerpos de las mujeres, los marcaron, los violentaron, los destrozaron, los despojaron de su humanidad. La violencia sexual fue una forma de control, de castigo, de esclavitud, un incentivo y una recompensa para los hombres por haber arriesgado la vida en batalla”.    

“Unas sabíamos que aparte del golpe físico había varias clases de violencia y otras no, pensaban que la violencia solo eran los golpes físicos, entonces dijimos que teníamos que pedir ayuda por fuera”, concluyó Atanasia. Entonces se agruparon, pero para no ser descubiertas por sus parejas, dieron la excusa de que se iban de excursión. “Ahí íbamos a probar finura”, recuerda, porque pactaron tratar de no contestarle a sus compañeros durante 24 horas para ver cómo reaccionaban. 

Muchas mujeres se animaron al plan, pero otras cuantas tuvieron miedo por las represalias que podrían tener. “No, yo no voy porque yo soy mujer muerta” o “No, es que con el solo hecho de decirle que no le voy a contestar el teléfono, me mata”, le decían. Con una rifa reunieron recursos y se fueron a la Bocana, una de las más deslumbrantes playas del Pacífico colombiano. Allá tuvieron una grata experiencia, sobre todo porque muchas de ellas nunca habían salido a hacer turismo. Pero a una el marido le dijo: 

— Usted va, pero se lleva a sus hijos.

— Ay, no, mijo, pero es que el presupuesto no me alcanza.

— Aquí está lo de los muchachitos, se los lleva, porque si va a dormir con su mozo, tiene que dormir con sus hijos.

Sin poder oponerse al control de sus decisiones y de su libertad, no hubo más solución que llevar también a los niños. El rol de madre implica una carga considerable de trabajo, que incluye el cuidado del hogar, crianza de los hijos y otras tareas domésticas no remuneradas. Un trabajo a menudo desvalorizado y que les impide tener tiempo libre para descansar, relajarse y dedicarse a actividades que les traigan satisfacción personal. 

Según un informe del Departamento Nacional de Planeación de Colombia, se estima que el 20% del Producto Interno Bruto -PIB del país proviene del trabajo no remunerado, que incluye el trabajo doméstico y de cuidado. Además, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE en 2018, las mujeres colombianas dedican en promedio alrededor de 5.4 horas diarias al trabajo doméstico y de cuidado, mientras que los hombres dedican solo alrededor de 2.3 horas diarias a estas actividades.

El empoderamiento que germinaba

La sororidad que empezaba a gestarse llegó a oídos de los hombres, quienes empezaron a prohibirle a sus parejas juntarse con Atanasia. Les decían que, por su aspecto físico, parecía lesbiana, y tal adjetivo con carga discriminatoria llevó a que algunas temieran que la sociedad les viera también con una orientación sexual diferente.

Eso a Atanasia le tuvo sin cuidado y se dedicó a seguir buscando ayuda. Con determinación, reunió a un grupo de 12 mujeres y en 2018, ya con 22 integrantes, desarrollaron un proyecto para proteger dos fuentes hídricas con el objetivo de preservar la tortuga Tapacula y Cinta Amarilla en la comunidad de Ladrilleros. 

Dentro de este proyecto, se estableció el sendero Flor del Duende, que además de proporcionar apoyo económico, promueve el conocimiento de la riqueza natural a través del ecoturismo. Este logro fue posible gracias al respaldo del Programa Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial -FMAM, implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD. Fue así que la Asociación integró el turismo y el cuidado del ambiente como herramientas económicas para las mujeres. Son guardianas del sendero, lo cuidan, lo reforestan, hacen jornadas una vez al mes en donde preparan alimentos y con sus hijas e hijos lo limpian. 

De hecho, Atanasia tiene títulos del SENA por montón acumulados por cursos o técnicas, pero su anhelo era culminar un pregrado, y, en medio de esa búsqueda, solo escuchaba que estaba muy vieja. Pero en un curso de bebidas ancestrales con la Escuela Taller Buenaventura, encontró el inicio de su sueño, ya que durante las clases conoció a compañeros que le aconsejaron contactar a la Universidad Tecnológica de México.

Le contestaron rápido, le explicaron que allá el estudio es por bimestres. “Ay, yo le dije, amigo, muchas gracias, yo soy de una comunidad vulnerable. Yo soy de Buenaventura, zona rural. Hago parte de un Consejo Comunitario, yo no tengo ni siquiera un sueldo. Tengo las ganas de morir, aunque sea con mi cartón aquí en el pecho”, le comentó Atanasia al asesor, quien decidió remitirla con el decano, que al escuchar su historia decidió ayudarla a obtener una beca del 73%.

Aunque es un precio sustancialmente bajo, conseguir el dinero no ha sido fácil, sumado al del plan de datos que paga para poder asistir a sus clases virtuales de Ecoturismo y desarrollo sostenible. Aun así, es terca y se niega a dejar de estudiar y contribuir a un mejor futuro para sus compañeras.

No solo es Atanasia quien de manera inquieta estudia. El colectivo no ha dejado de informarse y educarse sobre las implicaciones de la violencia basada en género en un contexto racial. El año pasado las Mujeres de Ébano participaron en la Escuela Antirracista, Pacífica y Política, organizada por la Red Mariposa. Como resultado, muchas mujeres dejaron de referirse a sí mismas únicamente como amas de casa, para afirmar con orgullo que son asesoras turísticas. Este espacio también contó con la participación de mujeres indígenas y personas con sexo y género diverso.

Los servicios que ofrecen las Mujeres de Ébano 

Las mujeres han adecuado sus casas “de una manera tan bonita y tan práctica”, dice Atanasia, para recibir a quienes quieran hacer turismo en el municipio. “Cuando pandemia todo el mundo buscó donde refugiarse, entonces una de ellas detrás de la casa, tiene un árbol de anón y ella limpió eso ahí, lo rastrilló y lo puso como una zona de esparcimiento para los turistas”, cuenta la lideresa haciendo referencia a las adecuaciones que hicieron todas para recibir a las personas. 

La Asociación de Mujeres de Ébano ofrece servicios de alojamiento en cabañas de arquitectura tradicional con madera, donde se puede avistar aves y disfrutar del entorno natural, gastronomía especial con platos auténticos de la región pacífica y recorridos ecoturísticos donde se brinda información sobre flora y fauna nativa del territorio. 

Entre las experiencias que las personas pueden vivir se encuentra la caminata por el sendero del duende, cascadas de Ladrilleros, y el disfrute de los atractivos de toda la bahía málaga y actividades culturales nocturnas. Estas mujeres trabajan en temas como la preservación de su cultura y sus tradiciones como la medicina y la producción sostenible.

Atanasia sueña que en su territorio las mujeres puedan denunciar las violencias a la que la sociedad las somete y que ellas puedan consolidar ofertas turísticas. Que puedan consolidar su agencia de turismo donde se valore y se tenga una conexión especial con quienes las visitan. Que se vinculen niños, niñas y adolescentes del territorio y se les mejore sus condiciones de vida. 

Sí desea reservar en casa de Atanasia puede hacerlo ingresando aquí, o comunicándose al +57 316 6816937

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