La palabra “villanos”, del gran ensayista Javier Marías, se adecua mejor que cualquiera al devenir del Meta; el español en su obra tiende un puente entre política y sociedad, y sigo su proyección para hablar de la corrupción en el Meta, insistiendo que esta debe deslindarse de la política, y no podemos enfatizar tanto en la corrupción como un complemento de la política, porque no lo es, y en cambio ese fenómeno horrible y despreciable debe ubicarse entre las personas, que estando fuera de la política, incluso de los gobiernos, resultan siendo la razón de ser de esa urdimbre perniciosa para la democracia.

Nunca señalamos a los contratistas, comerciantes, incluso al ciudadano común, en cuyo seno está toda la podredumbre de la corrupción.El aporte de estas personas resulta siendo el eslabón necesario. Es el verdadero corrupto, materia prima sin la cual los gobernantes no podrán conjugar todos los verbos que resultan de esa rara sintaxis. Entonces en la balanza de juzgamiento no puede decirse dónde está la corrupción, o cual sujeto pesa más en la ecuación.

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Afirma Norberto Bobbio, que los males del Estado hay que buscarlos en la Sociedad Civil, y ahí radica gran parte de los problemas de corrupción en el Meta; los contratistas financian las campañas, retribuyen al gobernante y a su familia, también a diputados, concejales y contralor, arreglan periodistas y jueces. 

Del “cuero salen las correas” dice el adagio. Un ejemplo ilustra mejor: la doble calzada a Ciudad Porfía, obra proyectada a seis carriles y con intercambiadores viales se redujo en carriles y sin intercambiadores; los trabajos son de burda ingeniería, sin mayor empleo de mano de obra, siempre reduciendo costos. Se roban el PAE, el transporte escolar y la alimentación de los niños; se suministra menos, las obras son de mala calidad.

“Un registro mercantil “, una empresa de fachada; también grandes empresas de ingeniería, son suficientes para asaltar el erario. Los ciudadanos van por migajas; se comportan más como súbditos, como pordioserosa cambio del voto y esa remuneración la financian los contratistas.

La corrupción se liga también a las mafias, al sector privado ilegal, según alias “Don Mario”: “Miguel Arroyave, organizó y manipuló la política en el llano, gobernación, alcaldía de Villavicencio. Era él quien decidía cómo se invertía el presupuesto y hasta las regalías del petróleo” Grandes empresas se aprovechan de las coyunturas que brinda la corrupción; una empresa admirable, Flota la Macarena no dudó en hacerse a las acciones del terminal de transportes, cuando un alcalde ligero de principios se desprendió de los derechos del municipio a favor de esa empresa, a cambio de empleo para su pariente, y así hizo gran negocio, propio de un acto de corrupción.

A ese complejo mundo de la corrupción entran todos, a veces curas y pastores, se mezclan gobierno y sociedad para hacer negocios privados; “Corpometa”, es un ejemplo de robos que confabula a funcionarios, jerarquía católica, primeras damas, particulares y funcionarios para apropiarse de los recursos públicos. Por eso aprendamos: la política no es corrupta pero miembros de la sociedad civil se confabulan para estimular la corrupción.

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Entendamos que la política no es mala, por el contrario en torno a ella giran los asuntos del Estado y de la Sociedad, define el buen gobierno, explica las elecciones y su deber ser. Debemos arrojar la corrupción de la política, hacer de esta un ejercicio que nos convoque para el futuro y el bien de todos.

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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