Marcela Maya no ha cambiado mucho desde las elecciones que la llevaron a ganarse la gobernación del Meta hace ya ocho años. Desde luego, el cambio del que hablamos no es físico, tiene que ver en las formas de hacer política, de sus discursos y del manejo de sus comunicaciones digitales. Aunque, hay una excepción muy notoria, y es que ahora se muestran resultados de su gestión, apelando a videos en los que ella misma explica las obras que se hicieron y otras que se dejaron contratadas, como el Estadio Manuel Calle Lombana.
Marcela le heredó la gobernación a Alan Jara, ella, casi sin experiencia le arrebató el cargo público más importante del departamento al candidato del Centro Democrático y en hoy en líos con la justicia, Hernán Gómez, así como a Darío Vásquez que quería repetir en aquel entonces y que hoy vuelve a estar en la contienda. El clan de los Pérez, los dueños de la contratación del departamento, los mismos que fueron señalados por Germán Vargas Lleras de corrupción, hacen parte de la campaña de Amaya, su esposo, Carmelo, ha aparecido en varias acusaciones sin que hasta la fecha haya prosperado algo con la justicia.
Marcela es una de las candidatas con las redes sociales más robustas, la cantidad de seguidores que alcanza unos setenta y seis mil dan muestra de ello y de cómo su paso por la gobernación, por esa poderosa maquina de hacer política, de poner alcaldes, gobernadores y sobrinos senadores, ha contribuido a ese poderoso número el cual, puede que no represente la misma cantidad de votos y si así lo fuera, pues estaría muy por debajo de los 150 mil, el número mágico para suceder a Juan Guillermo Zuluaga.
Esa misma maquinaría, hay que decirlo, ya no está con Marcela, por lo que resulta interesante ver en sus redes sociales en casi todas las publicaciones los dardos al gobierno actual, el mismo que ella ayudó a poner. Criticar a quien hoy está de turno da resultados y más cuando se usa para apalancar, para decir ya basta y yo sé cómo solucionarlo porque ya lo hice una vez. Ese discurso ha sido pelado por casi todos, hasta por la misma Rafaela.
A pesar de no contar con esa maquinaría, la campaña de Amaya no sufre de austeridad, es claro que hay un aparato financiero enorme tras ella y como las redes sociales son álbumes de fotos y videos en canchas, barrios, calles y municipios, resulta fácil darse cuenta que hay mucho dinero en su intento por llevarse la gobernación. El problema para Amaya está en que las fotos de las reuniones llenas de gente no hacen ganar a un candidato y es aquí cuando vuelve a reaparecer la teoría que las interacciones, reacciones, compartidos y seguidores del mundo digital son un buen indicador de lo que puede suceder el 29 de octubre.
Si bien es cierto, y como ya se dijo antes, los seguidores son bastantes, la masa crítica hoy por hoy no son la cantidad de personas que tienen activado el botón de me gusta, hay otras formar de verlo, como las reacciones y los comentarios. En esto último hay una tarea pendiente para ella. En sus publicaciones las personas que reaccionan son casi las mismas posteo tras posteo y los comentarios no llegan a más de treinta. Ese combustible para ella está muy limitado si se compara con otras campañas.
Sin embargo, la campaña digital de Amaya recoge varios videos de ella explicando sus propuestas y cómo las logrará, y esto es importante decirlo en una contienda electoral llena de fotos y videos dando besos y abrazos. Otro candidato que ha entendido que hay que llevar el debate a las redes sociales ha sido Wilmar, por lo que estos dos podrían verse como una opción que han hecho algunas cosas diferentes en ese mar de propuestas y copies repetitivos.
Sin embargo, las redes sociales de estos dos candidatos y en el caso de Amaya que es el caso que atañe en este escrito, apelan a lugares comunes, a videos y fotografías emocionales, familiares y a muchas cosas muy lejos del cómo se logrará cada cosa que se dice en plaza pública. Salvo con las excepciones ya mencionadas. Los copies de la campaña están muy cortos de calificativos, especialmente al referirse a las mujeres, porque la palabra “empoderadas” la han desgastado lo suficiente y como se ha mencionado, no por el hecho de ser mujer, las políticas públicas entorno a género serán proporcionales.
El tema de las fotografías con coliseos llenos ha mostrado en Colombia que no es un indicativo directo del posible resultado electoral, ha habido casos muy sonados y algunos sucedidos en el Meta de cómo varias personas van de campaña en campaña coleccionando camisetas, cachuchas y cuanto “merchandising” se hace de todos los candidatos. Especialmente de quien les ofrecen más. Por esto es que existe una desconexión evidente entre los seguidores digitales y las reacciones y mucho más con quienes comentan, estos últimos en su mayoría son “fan destacado” lo que quiere decir que son los mismos que están haciendo comentarios (los cuales son pocos) y la cantidad de espontáneos no es muy alta.
El 29 de octubre o quizás antes se conocerá el resultado para Amaya, hay rumores de una posible alianza porque quizás sus estrategas ya saben que no tienen cómo llegar, para arrebatarle a la candidata de Juan Guillermo la gobernación, así que o hay alianzas o en el último minuto se bajan y eso cuesta mucho, mucho dinero y capital político.