La vida de ‘Pollito,’ entre tutela y tutela en Villavicencio

A Javier Aguirre Castañeda, pocos lo conocen por ese nombre, pues desde joven, cuando trabajó en una empresa en la que su jefe era brasileño, le dicen ‘Pollito’ porque en el país de la samba, a los muchachos, se les llamaba de esa manera. El sobrenombre fue conociéndose entre amigos y familiares, quienes decidieron adoptar también el sobrenombre.

‘Pollito’, nació hace 47 años en el municipio de Puerto Lleras, Meta, pero se crió en Villavicencio, actualmente vive en la urbanización La Madrid. A temprana edad, se dedicó a conducir vehículos de transporte público pero la vida como la conocía le cambió hace 13 años, cuando sufrió un aparatoso accidente de tránsito. 

Cansado de laborar en el gremio de las busetas, Javier decidió empezar a manejar vehículos de carga pesada. Duró tres meses conduciendo volqueta para una empresa contratista hasta el día que por poco pierde la vida cuando se dirigía por la vía Monfort hacía el municipio de El Calvario llevando balastro del río Guatiquía. En un momento inesperado, la carretera se desbarrancó y él junto al camión cayeron al abismo. 

‘Pollito’, se accidentó hacia las 8:00 p.m. y fue resctado por unos campesinos del sector a la 1:00 de la madrugada, quienes llamaron a la Defensa Civil para que atendiera la emergencia. El organismo de socorro lo trasladó en una ambulancia al Hospital Departamental de Villavicencio, “prácticamente muerto, pero Dios me dio una oportunidad de volver a vivir”, señaló con una sonrisa irónica, como quien no se cree que aún ‘está contando el cuento’. 

En el centro asistencial, permaneció en coma durante 23 días, despertando horas antes de que se procediera con la desconexión de los equipos que le mantenían con vida. No obstante, las condiciones en las que estaba cuando abrió los ojos no eran las mejores, pues estaba “totalmente como un vegetal, no podía hablar, me tenían entubado, usé traqueostomía casi dos años (…) no me podía sentar, tocaba acostado a toda hora y me movían con sábanas, me pasaban a una mecedora y así, de la mecedora a la cama y no más”, recordó. 

Su proceso para recuperar el habla tardó seis meses, inicialmente vociferaba intentos de palabras cortas, algunas las pronunciaba con éxito. El hecho de que actualmente pueda hablar con completa naturalidad representa todo un milagro, pues los médicos habían asegurado que debido a la traqueostomía, quedaría mudo de por vida. 

Luego de haber salido del Hospital, recibió terapias durante un año para recuperar la movilidad, pero según Javier “no eran terapias seguidas sino cuando se podía (…) una doctora que si es una buena terapeuta hizo que pudiera mover los brazos, no con mucha fuerza pero los puedo mover, y poderme sentar en una silla de ruedas, después de que me habían recomendado que tenía que usar una silla cuadrapléjica.”

Sumada a la batalla que ha librado a diario tratando de sobrevivir en sus complejas condiciones de salud, ‘Pollito’ ha tenido que luchar por hacer valer sus derechos ‘a punta’ de tutelas. Y aún, con ese mecanismo jurídico, ha tenido que insistir frecuentemente para que le entreguen los medicamentos, las sillas de ruedas y demás insumos necesarios para sobrellevar su estado actual. 

Pero el incumplimiento no solo ha sido por parte de la institucionalidad, pues Emac Ingeniería, la empresa para la que trabajaba cuando sufrió el accidente nunca respondió. No le indemnizó y tampoco lo afilió a un seguro médico para que recibiera todas las atenciones y cuidados requeridos. Aunque instauró una demanda contra el gerente de la entidad, este se declaró impedido para suplir económicamente sus gastos médicos y de manutención. En los juzgados el proceso se ha mantenido congelado. 

Sus dos hijos son los únicos que le han acompañado en esta lucha diaria, convirtiéndose en su “bastón y sus enfermeros de cabecera”, pues aunque tiene hermanos, viven lejos y difícilmente pueden ayudarle. 

Esta es la silla con la que Javier salía cada día a vender rifas.

Pero ninguna de todas estas dificultades han sido impedimento para ‘Pollito’, quien superando sus limitaciones físicas, decidió trabajar vendiendo rifas a bordo de su silla de ruedas eléctrica, la cual le permite movilizarse por largos trayectos. “Como no puedo escribir porque no puedo mover los dedos de las manos, no puedo coger un lápiz, yo puedo coger el talonario y decirle a un amigo que me colabore con la rifa, entonces ellos mismos escribían el nombre. Así encontré la manera de trabajar y de no quedarme en la casa sin hacer nada”, afirmó.

Sin embargo, desde el año pasado se vio obligado a detener su actividad laboral luego de que su silla se averiara. Ahora pasa sus días nuevamente postrado en cama, dependiendo totalmente del apoyo que le brindan sus hijos y una enfermera pagada por su seguro médico que le cuida durante el día. 

Debido a su poca resistencia para largos trayectos, esta silla no le sirve a ‘Pollito’ para trabajar.

Dispuesto a volver a laborar y aportar para los gastos de su hogar, Javier viajó en dos ocasiones a Bogotá para pedir una silla nueva, pero le dieron una convencional que puede desdoblarse para ser transportada en un taxi, pero debido a sus dificultades motrices, no es la ideal para su uso diario, puesto que aunque también cuenta con un sistema de control, no dispone de resistencia para movilizarse en largos trayectos. 

Pero para él no todo está perdido, pues una amiga le ofreció una silla de ruedas ideal para que pueda volver a su trabajo de venta de rifas. Esta pertenecía a su esposo, pero luego de fallecer, quedó sin quien pudiera usarla. 

Normalmente, la silla cuesta 25 millones de pesos, pero su amiga se la está vendiendo en tres, una cifra bastante baja para su costo original. Sin embargo, ‘Pollito’ no cuenta con los recursos para comprarla, por lo cual está solicitando ayuda de personas de buen corazón que puedan ayudarle a completar el dinero para obtener su silla de ruedas. 

“Por favor, no es una obligación, es una colaboración, que es muy humanitario. Tener esa silla para mi es como uno servirle las piernas para caminar, porque ella son mis piernas, la que me sirve para levantarme el sustento de cada día. Entonces les pido que se pongan la mano en el corazón y me colaboren con esa ayuda”, solicitó ‘Pollito’. 

Si usted quiere ayudar a Javier, puede hacerlo a través de su cuenta Daviplata: 3166685947.

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