El baile de las abejas

Érase una vez en un bosque muy tranquilo, había una colmena bonita de pacíficas y muy divertidas abejas, entre ellas se destacaba Yuli por siempre estar sonriente y también Mitch que era la intelectual, pero extrovertida. Pasaban todo el tiempo trabajando, nunca faltaban las risas en la colmena ante los chistes graciosos de la querida Yuli.

Un día mientras realizaban sus labores de recolección de polen, vieron un visitante muy extraño que las miraba con detenimiento, se trataba de un avispón carnívoro gigante. Todas las abejas se refugiaron en el panal pensando que allí estarían a salvo, pero aquel atrevido visitante entró a su guarida y sin más, empezó a atacarlas clavando su aguijón y mordiéndolas, esto se convirtió en un caos total, todas las abejas del panal entraron en pánico, pero nada podían hacer para defenderse solamente tratar de buscar algún rincón para refugiarse.

Yuli y Mitch se escondieron y se abrazaron, estaban aterradas de tan repentino ataque y rogaban que el avispón no las encontrara. Así, pasaron algunas horas y cuando el avispón se fue ellas salieron de sus escondites para ayudar a quienes quedaban con vida, toda su linda colmena estaba destruida.  Los siguientes días las abejitas volvieron a restaurar su colmena, aunque con temor de volver a ser atacadas, debían continuar con su trabajo de polinización pues el mundo dependía de ellas.

Una mañana cuando el día parecía tranquilo, Mitch vio en el cielo no solo un avispón sino varios avispones que se acercaban a su hogar, ella gritó muy fuerte para alertar a las demás abejas y todas muy asustadas corrieron a esconderse a su colmena, igual que la primera vez, no sabían cómo defenderse, solamente esconderse y esperar a que todo pase, el ataque esta vez fue más destructivo. Yuli y Mitch en este alboroto se habían escondido por separado tratando de no ser atrapadas por los avispones.

En la tarde cuando ya paso todo, la abeja Yuli que había sobrevivido, salió de su escondite y vio que ya eran muy pocas las abejas que quedaban vivas pero no encontraba a su amiga Mitch, buscó entonces por cada rincón, levantó cada pieza rota de su colmena, preguntó a las demás abejas por su amiga y nadie le daba respuesta, a lo lejos logró mirar el  pequeño cuerpo de su amiga Mitch debajo de un trozo de madera pero para su sorpresa la encontró sin vida, angustiada Yuli comenzó a llorar desconsolada.

Ese día Yuli con gran tristeza en su corazoncito le dijo adiós a su amiga del alma y a sus demás compañeras y les hizo la promesa de buscar la manera de no permitir que los avispones o cualquier otro animal volviera a lastimarlas. Por otro lado, la reparación de la colmena tomó más tiempo que la primera vez, pero tenían la ventaja de que los avispones no habían vuelto. Todas trabajaron en equipo, aunque con demasiada tristeza por la pérdida de sus amiguitas.

Después de terminar los arreglos de su hogar las abejas quisieron hacer una fiesta en nombre de todas sus compañeras que estaban en el cielo, así que dejaron la tristeza a un lado y empezaron a bailar, movían sus panzas tan rápido que el calor las hizo salir del panal.  Entre risas y baile a Yuli se le ocurrió una idea maravillosa para defenderse de los avispones. Le conto su idea a la abeja Reina y esta les comunicó al resto de la colmena lo que debían hacer en otro eventual ataque. De esta manera Yuli quedó a cargo de enseñar los bailes a las demás. Practicaron mucho para aguantar lo que más pudieran el calor producido por sus pancitas. Entre trabajo, baile y práctica añadieron el sorprendente hábito de aguantar la temperatura elevada que producía el movimiento de sus panzas al bailar. No pasaron tantos días después de la fiesta cuando los avispones volvieron a atacarlas, las abejas ya sabían cómo defenderse. No estaban dispuestas a despedir a ninguna otra abeja, además, polinizar era su compromiso con el planeta.

Todas fueran avisadas por Yuli del inminente ataque de los avispones, tal como lo habían planeado encendieron la música y empezaron a bailar, los avispones un tanto sorprendidos porque pensaron que en vez de las abejas tener miedo los recibían con fiesta, entraron imponentes, pero no contaban con que esto era una trampa. Las abejas rodearon a los avispones como les había dicho Yuli, movían sus panzas tan rápido que la temperatura se elevó y los avispones al no poder escapar se murieron rostizados. El ataque esta vez duro poco y ninguna de las abejas salió lastimada, algo que no se podía decir de los avispones pues de ellos ninguno sobrevivió.

Las abejitas, aunque agotadas por el esfuerzo que hicieron para defenderse obtuvieron lo que se propusieron, defendieron su colmena y lograron sobrevivir, la paz y tranquilidad reinó por muchos años en el panal y las abejitas tuvieron una enseñanza para toda la vida: ante una crisis, la tristeza queda de lado y la oportunidad de mejora siempre estará latente. Las abejitas continuaron sus días polinizando el planeta.

FIN

Reporterito: Ian Felipe Olarte Piñeros 

Si quieres conocer más estos relatos, puedes descargar Cuentos del Bosque, una recopilación de historias creadas por nuestros y nuestras reporteritas populares en Villavicencio y Acacías en el Meta, y El Peñón en Santander, quienes desde la comunicación vienen aprendiendo sobre el cuidado de la naturaleza y el derecho a una alimentación y nutrición adecuada.

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