Dominado por el imponente Monumento de Cristo Rey, este cerro también albergaba la Concha Acústica y el restaurante La Cachivera, ambos abandonados. En los últimos años, un cambio notable ha estado ocurriendo en este emblemático sitio, gracias a iniciativas que buscan revivirlo y devolverlo al uso de la ciudadanía.
La primera vez que subí fue a un sancocho comunitario. Pensábamos mi amigo y yo que era lejos, la estatua de Cristo Rey se visualiza desde varias partes de la ciudad. Sólo nos demoramos diez minutos desde el Parque Infantil y al llegar nos topamos con el imponente monumento y a unos metros, una estructura abandonada. No había nadie, pero no sentimos miedo porque desconocíamos la historia del lugar y el imaginario colectivo que hay alrededor de él.
Nos sentamos en el lugar abandonado. Tiempo después supimos que fue un restaurante llamado La Cachivera, muy reconocido y visitado en Villavicencio. A los pocos minutos pasó una moto en la que iba Lorena Rey y con efusividad nos indicó que el sancocho comunitario lo estaban realizando en la Concha Acústica. Caminamos 50 metros y nos encontramos un gran teatro al aire libre. Se notaba que durante años fue el escenario cultural y artístico más importante de Villavicencio, pero ahora convive con la naturaleza del cerro.
Al final llegaron alrededor de 30 personas, de diferentes edades. Cada quien dio aportes al sancocho que estuvo recargado, poderoso y sabroso. La actividad se hizo el domingo 24 de marzo de este año y fue organizada y liderada por Zocai, un proyecto ciudadano de educación ambiental de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena -Cormacarena- realizado a través de la Fundación Ecoproactividad Social.
La historia de estas estructuras
El Cerro El Redentor ha sido testigo de la evolución de Villavicencio. Parte de sus terrenos anteriormente pertenecían a la Hacienda El Espejo, por lo cual “todo era pelado”, cuenta Nelson Vivas, integrante de la Corporación Cabildo Verde. Desde su construcción en la década de 1950, el Monumento de Cristo Rey ha sido un símbolo de fe, devoción y paz.
Fue una obra para la reconciliación que surgió por la idea del sacerdote Pedro Eliseo Achury Garavito en medio de los años de La Violencia bipartidista. Según un vídeo publicado por la Corporación Cultural Municipal de Villavicencio -Corcumvi-, “para la construcción, familias y colegios llevaron los materiales desde el centro de la ciudad a través de una cadena humana, pasándose los ladrillos de mano a mano”.
Posteriormente, en 1987, cerca al monumento, se construyó por parte de la Gobernación del Meta la Concha Acústica Arnulfo Briceño, donde se realizaban eucaristías, presentaciones artísticas de orquestas nacionales e internacionales y festivales llaneros. “Una vez vino el Grupo Niche”, recuerda un habitante de la ciudad. Además, un artículo del diario El Tiempo del 2000 contó que el 31 de diciembre de 1991, a través del contrato 111 la gobernación del Meta, arrendó a Fabio Prieto Silva el kiosco que se conoció como el restaurante La Cachivera.
Sin embargo, el 27 de mayo de 1997 ocurrió una tragedia: un deslizamiento de tierra causó la muerte de cuatro personas y dejó sin vivienda a 15 familias en lo que había pasado a ser el barrio El Espejo, ubicado en ese entonces en la parte baja del cerro.
Tres meses antes de este hecho, la Fundación Ambiente Sano que tenía como presidenta a Emma Cenaida Aldana había denunciado ante la presidencia de la república que, “a pesar de haber sido declarado reserva forestal el 04 de abril de 1945 según resolución número 59 del Ministerio de la Economía Nacional, está siendo violada, ya que la Gobernación del Meta, la Alcaldía de Villavicencio y la Diócesis han realizado construcciones, sin tener -agregan- los requisitos legales como son el estudio de impacto ambiental y la licencia ambiental”. Según otro artículo periodístico de la época. Se refería a la carretera, el Monumento de Cristo Rey, la Concha acústica, el restaurante La Cachivera y las viviendas construidas al pie del cerro.
Además, el gerente de esa época de la liquidada Corporación Forestal de Villavicencio, Carlos Arturo Bernal, explicó que este deslizamiento fue ocasionado por “la filtración de aguas lluvias y acumulación de aguas subterráneas”. Emma Cenaida aseguró en ese entonces que mientras funcionaba el restaurante La Cachivera se produjeron dos derrumbes del lado occidental del cerro debido al vertimiento de aguas residuales en las laderas del cerro.
Por otra parte, el 04 de junio de 1996, los cuerpos sin vida de el y la estudiante Carlos Sánchez y Sandra Palma fueron descubiertos en el cerro. Este fue uno de los primeros hechos que marcaron a quienes frecuentaban el cerro. Después, el 16 de abril de 2010, dos parejas fueron asaltadas y las dos mujeres fueron asesinadas. Estos incidentes sembraron el temor colectivo entre la ciudadanía.
Desde El Cuarto Mosquetero informamos por ejemplo que el 12 de febrero Mary Jane Torres y Richard Parker, periodistas de Transeúntes Extremos fueron víctimas de un atraco en el que perdieron todas sus pertenencias y sus equipos de trabajo con los que estaban desarrollando un documental sobre la historia del cerro. A pesar de la inseguridad, también recomendamos visitar este lugar por su importancia cultural para habitarlo y aportar su recuperación.
La recuperación del cerro
Desde 1998, Nelson Vivas lideró la reforestación del cerro. Sabía que era importante sembrar árboles nativos para que no volvieran a ocurrir deslizamientos. Junto a estudiantes del Colegio Cooperativo Antonio Villavicencio realizaban sus labores de servicio social, iban al cerro a llenarlo de árboles.
En el 2019 se empieza a consolidar el trabajo de Cabildo Verde por la recuperación del cerro. Cambiaron la alta vegetación que estaba en la Concha Acústica por maní forrajero que impide que crezca rastrojo de gran tamaño. Se acogieron al Plan de Manejo Ambiental de Cormacarena y el año pasado pintaron el monumento junto a trabajadores del municipio.
Decidieron en la pandemia bautizar el lugar que está en la cima del monumento como el Parque de la Solidaridad con las Víctimas del Covid-19, debido a que varias compañeras y compañeros de cabildo verde murieron por el virus. Nelson asegura que le hacen mantenimiento a los espacios del cerro constantemente.
En febrero del 2021, el movimiento estudiantil de la Universidad de los Llanos puso una pancarta gigante en el monumento de Cristo Rey que decía “Matrícula Cero Para Todos”. Buscaban evidenciar la situación de estudiantes que no contaban con los recursos para pagar la matrícula.
El año pasado nació y se consolidó el proyecto de Zonas de Conocimiento Ambiental Integral -Zocai-, que de la mano de Cormacarena ha adelantado tres líneas de trabajo. La primera tiene el componente agroecológico con huerta comunitaria en la Concha Acústica. Jhon Márquez, uno de los líderes, explicó que la intención es aportar desde la soberanía alimentaria a la ciudad: han sembrado maíz y tienen planeado sembrar dos variedades de cacao, maracuyá, sacha, inchi, plátano, yuca, caña, patilla, ahuyama y frijol.
La segunda estrategia de trabajo tiene que ver con la gestión de residuos orgánicos realizada en donde se encontraba La Cachivera por medio del cultivo de lombrices, apostándole a la permacultura. El tercer frente de trabajo es denominado Zona de Avistamiento Científico y Comunitario de Flora y Fauna: Ruta Guayupe. Por medio de esto reivindican y hacen memoria de los senderos ancestrales que habitó y transitó la etnia precolombina del Piedemonte Llanero. Se pretende fortalecer este componente y consolidarlo como rutas ecoturísticas por el cerro que fomenten la conservación de la naturaleza.
Jhon Márquez explica que el objetivo es que la comunidad de la ciudad habite el cerro, se apropie de estas prácticas y las replique en sus barrios, en sus casas y sus territorios. “Es así como Cristo Rey extiende las zonas de conocimiento ancestral”. Para esto se recuperaron estos espacios “que estaban siendo ocupados irregularmente por personas en situación de calle”.
Según las cuentas del ambientalista, hay aproximadamente 24 personas que habitan regularmente el cerro de forma permanente y están en situación de calle. Entre ellos hay un grupo de indígenas que cuenta con algunos menores de edad y que llegaron hace más o menos un mes. Tienen un trato diferencial por ser sujetos de especial protección como lo dictamina la constitución. “Cormacarena, la policía, la alcaldía, la Oficina de Gestión Social y Participación Ciudadana se pusieron al tanto del tema”, explicó Jhon.
Con las personas en situación de calle que llevan más tiempo en el cerro, incluso años, se han identificado “problemáticas asociadas al consumo de drogas y a la mala disposición de residuos en lugares sensibles”. Se han realizado acercamientos con ellos “de forma humana e individualmente” comentó Jhon.
Se ha generado un diálogo con estas personas dentro de las estrategias de Cormacarena para la recuperación integral del cerro. “Cada fin de semana ellos ven a los niños y niñas sembrando, a los Scouts, entonces ha sido un proceso conjunto. Más que una problemática, ellos también han aportado. Este proceso ha servido para que los habitantes de calle también reconozcan a la institucionalidad, en este caso Cormacarena”. Se les ha brindado oportunidades de rehabilitación por medio de la alcaldía y la oficina de Gestión Social y Participación Ciudadana.
El renacimiento del Cerro El Redentor es un testimonio del poder transformador de la comunidad. Actualmente, se realizan clases de Yoga y encuentros de grupos ciudadanos como Alcohólicos Anónimos y deportistas como el grupo Bar Force que se dedica al ejercicio al aire libre.
Lo que una vez fue un lugar “lúgubre y temeroso” en palabras de Jhon, se está convirtiendo en un símbolo de renovación para Villavicencio. Mientras el Monumento de Cristo Rey sigue mirando con la ciudad, este espacio se continúa preparando para volver a recibir a quienes quieran habitarlo y cuidarlo.
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