Comunicación desde las entrañas de Colombia: Segunda Escuela Itinerante en el Guayabero

La región del Guayabero se ubica en el oriente del país, alrededor del río que lleva su nombre. En este lugar se evidencian múltiples problemáticas a causa de la violencia estructural ejercida por diferentes actores estatales y abandono institucional, así como por los vestigios de una guerra eterna, problemas que se reflejan como en la disputa del territorio entre los grupos armados de la región; ausencia de servicios básicos y de calidad como son la electricidad, el agua, la salud; la carencia de conexiones tanto viales como red telefónica; deforestación; falta de alternativas económicas, por lo que el principal sustento se basa en el cultivo de coca; entre otras. Por esta razón, El Cuarto Mosquetero después de formar una trayectoría desde el ámbito periodístico, quiso incursionar en el proceso formativo de las y los campesinos y en el fortalecimiento de sus capacidades en la comunicación comunitaria llevando a cabo la Escuela Itinerante de Comunicación Popular Campesina en el Guayabero, cuya primera versión tuvo cabida unos meses atrás.

A continuación les invito a conocer cómo fue el desarrollo de la segunda Escuela en el
Guayabero, y las apreciaciones que pueden surgir a partir de una primera visita a este territorio.


Bogotá, 2:00pm. Terminal Salitre

La experiencia comienza a más de 500 kilómetros de distancia. Incluso, hay compañeros/as que viajan desde Pereira o Santa Marta, por lo que su trayecto comenzó unas horas atrás. Voy camino a Villavicencio, allí es el punto de encuentro con parte del equipo que asistirá a la Segunda Escuela Itinerante de Comunicación Popular Campesina en el Guayabero, esta vez en un corregimiento del Guaviare situado a la orilla del río -Guayabero-, Puerto Cachicamo.

Voy reflexionando mientras el bus hace su recorrido, pienso en infinidades de futuros posibles para el desarrollo de la Escuela; trato de representar las posibles caras de mis compañeros y compañeras que me esperan en Villavicencio; imagino los paisajes, la flora, la fauna del territorio al que me dirijo. Todo es nuevo para mí.

Para esta segunda versión de la Escuela, en El Cuarto Mosquetero nos estrenamos en
participantes pues hacía unas semanas nos confirmaban -a mí y a otras 100 personas más a lo largo del territorio nacional- que habíamos sido seleccionadas como voluntarias de la
organización. Yo me encontraba en Bogotá, pero me encontraría con voluntarias y voluntarios que habrían cruzado casi medio país, como quien viajó desde Santa Marta, o incluso quienes se encontraban en la misma región. Así mismo me reuniría con profesionales expertos y expertas, como los fotógrafos profesionales quienes estarían encargados de uno de los talleres, y el equipo de Fondo Lunaria. Éramos desconocidas en ese momento, pero todos y todas íbamos con un mismo objetivo: participar en el fortalecimiento de capacidades comunicativas de la comunidad del Guayabero.

Recorrimos casi 300 kilómetros para llegar a San José del Guaviare, alrededor de cinco horas demora el trayecto desde Villavicencio. Viajamos toda la noche y llegamos en la madrugada. Allí nos esperaría un jeep para trasladarnos a las entrañas de la región, recorrido que estimaba unas cuatro horas más. Antes de emprender este trayecto, en San José fue necesario hacer mercado: huevos, carne, vegetales; ya que en Puerto Cachicamo lo único que encontraríamos sería pescado. Además, este fue el punto final de encuentro de todo el equipo: nos encontramos con el resto de voluntarios que participarían, así como con el equipo de Fondo Lunaria (quienes han sido un gran apoyo en el desarrollo de este proyecto). Una vez todas listas, emprendimos el viaje rumbo a Puerto Cachicamo.

 

Puerto Cachicamo, 1:00pm

Día 1: Llegamos cubiertas de polvo de arena, despeinadas y con la emoción encendida a un pequeño territorio ubicado a las orillas del río Guayabero, lugar donde no llegaba ni media barra de señal, ni internet, ni luz, y el agua escaseaba. No se percibía ni restos de pandemia, ni causas ni efectos, ni enfermos, ni puesto médico habilitado; tampoco los tales avances tecnológicos que se vieron fortalecidos en las principales ciudades del país, pues el lugar resplandecía a causa de la ausencia de ellos. Parecía un lugar perdido en el tiempo, eso sí, con un Acuerdo firmado y la voluntad de algunas personas por la construcción de paz en su territorio. Nos recibieron con una fraternidad que comorolano estoy acostumbrada a presenciar. Me sentí como en casa, en familia.

Una vez instaladas en el hotel, nos dirigimos hacia el colegio que se encontraba al otro extremo de la vereda, cruzando alrededor de ocho cuadras, allí se llevarían a cabo los talleres de la Escuela durante los próximos tres días. Esa tarde adelantamos ejercicios de comunicación radial e improvisación, nos quitamos el miedo y la pena de hablar frente a un micrófono y fomentamos la expresión oral.

 

Día 2: La energía seguía latente en nuestro segundo día de Escuela, ya que justamente
veríamos un tema que las y los jóvenes añoraban: fotografía. Para esto Alexis Múnera,
fotógrafo internacional, y Vladimir Encina, premio nacional de fotoperiodismo Simón Bolívar, compartieron sus conocimientos y técnicas sobre este arte. Hablaron desde las técnicas fotográficas como los ángulos y encuadres, hasta la importancia narrativa de la imagen que se quiere lograr. A su vez, abordaron un tema que justamente la comunidad solicitaba con apremio: la seguridad a la hora de realizar cubrimientos comunicativos (puesto que días pasados se había presentado un plantón, y la comunidad fue objeto de ataque por parte de la fuerza pública), para esto asumimos ciertos roles y representamos posibles situaciones que podrían suceder -o ya habían sucedido- y con ello reflexionaríamos ¿Cómo nos cuidamos entre todos y todas?

Posteriormente, con base en los aprendizajes sobre fotografía, realizamos fotorreportajes que enunciaban una tema propio del lugar: conectividad tecnológica y vial, ecoturismo, la pesca, la coca, entre otros. De esta actividad, las y los participantes tomaron fotografías increíbles que, además de evidenciar cada uno de temas cruciales, evidenciaban la belleza y la riqueza natural que tiene su ecosistema.

 El equipo de Lunaria también tuvo cabida en este día, y con su experiencia nos acercaron a temas tan importantes como el género y el abordaje de este en productos comunicativos, en el análisis problemático de las situaciones contextuales, en la división de roles y de trabajo, y en los posibles -muchos o todos- escenarios que evidencian las experiencias diferenciadas entre los hombres y mujeres.

 

 

Día 3: Iniciamos nuestro último día de taller con un ejercicio de improvisación, el objetivo era que cada participante pudiera hablar, por un minuto, sobre algún objeto que le fuera designado.En este punto conocimos la experticia de muchas de las participantes para generar un monólogo en torno a un tema específico, nos hablaron sobre el machete, las gafas, los zapatos, los anillos, los esferos… De este ejercicio diez personas quedaron finalistas para la conversación final que se llevaría a cabo en la tarde de este mismo día, y en donde se premiaría a los tres mejores teniendo en cuenta características propias de las habilidades radiales.

Por último, el turno fue para el equipo de voluntariado, jóvenes profesionales con experiencias cercanas a la realización audiovisual y la creación de entrevistas. En este taller enseñamos a la comunidad algunos elementos de los que se habla a la hora de realizar un video: movimientos de cámara, guion técnico, planos, etc. A su vez, y dando pie a la actividad final, abordamos el tema de la entrevista recalcando algunos consejos clave. Seguidamente, realizamos grupos de trabajo para abordar, nuevamente, algún tema propio del lugar: la salud en Puerto Cachicamo, la alimentación, el ecosistema, entre otros; y presentar el material en un formato de entrevista. La riqueza de fuentes y creatividad deslumbró en la socialización, pues se recogieron apreciaciones de personas interesantes pero a la vez tan diversas en sus oficios, que logramos obtener una visión polifónica del territorio.

Para dar cierre a la segunda escuela de comunicación, realizamos un diálogo radial con las
personas finalistas del ejercicio de improvisación. Para su puntuación tuvimos en cuenta
aspectos como la fluidez, la coherencia del monólogo, la relación con el objeto asignado, y el uso completo del tiempo asignado. La temática principal fue ¿Qué llevaría usted a una estadía en el río Guayabero?

 Día 4: Madrugamos para irnos, las personas que hicieron parte del proceso se despidieron de nosotras con mucho agradecimiento, con la ilusión de volvernos a ver en el próximo taller que, según el cronograma, se estaría desarrollando en enero del 2022 nuevamente en otro lugar de la región del Guayabero.

 

Por mi parte, después de casi 17 horas de trayecto, regresé a mi casa con el corazón hinchado, con el panorama y la realidad más claras sobre un país cuyas condiciones son extremadamente desiguales; con nostalgia, pero también con gran ilusión pues conocí personas increíbles que están dispuestas a seguir luchando y trabajando por la paz de nuestro país.

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