A un mes de las elecciones regionales: ¿qué se espera a nivel territorial?

Los y las colombianas votaron de acuerdo con sus convicciones locales, más que nacionales.

Después de casi un mes de las votaciones regionales y distritales llevadas a cabo el pasado 29 de octubre, se dejó en evidencia que no hubo un vencedor a nivel nacional, más bien, cada resultado respondió a las dinámicas locales. Factores como la seguridad, el manejo de las casas políticas tradicionales y un posible voto no a favor de alguien en específico, sino contra un determinado sector político, jugaron un papel importante para el panorama que vendrá en 2024 en el departamento del Meta y varias regiones del país.

De las y los 32 gobernadores que ejercerán por los próximos tres años, hay algunos nombres nuevos y otros que vienen siendo los sucesores/as de los mandatarios actuales, lo cual puede generar una continuidad en la forma de gobernar. Por otro lado, las 1.102 alcaldías estarán representadas -en su mayoría- por partidos tradicionales, muestra de eso son las grandes capitales como Medellín con Federico Gutiérrez, Alejandro Char en Barranquilla, Alejandro Eder en Cali, quienes, con un discurso de recuperación de lo perdido, ganaron con un amplio margen de diferencia frente a sus contendores, reafirmando así la fuerza que tiene las maquinarias en estos territorios. En el caso de Bogotá, Luis Carlos Galán quien se posiciona de centro –pero que contó con apoyo de partidos tradicionales- ganó de manera contundente, dejando atrás la posibilidad de una segunda vuelta en la capital del país y reflejando la pérdida de fuerza de los sectores del Pacto Histórico, al menos en esta contienda, ya que Gustavo Bolívar, el candidato de esta colectividad, quedó en tercer lugar.

Lo anterior a grandes rasgos tiende a ser una respuesta al discurso, percepción y realidad de falta de seguridad en los territorios, la forma en que los medios de comunicación masivos que responden a narrativas tradicionales han comunicado las decisiones del gobierno nacional, pero también la ruptura entre la comunicación del gobierno Petro con los territorios, así como el inconformismo con gobiernos locales de centro o alternativos que no lograron en sus administraciones consolidar una fuerza política que contrarrestara las dinámicas de las casas tradicionales -porque muchos de estos gobernaron con esos mismos sectores tradicionales- y un notorio desinterés social respecto a los procesos electorales del país, esto, reflejado en el 40% de abstencionismos en la contienda, fueron variables relevantes en la consolidación para  el panorama político actual.

En cuanto al departamento del Meta, municipios como Vista Hermosa, que venía teniendo elecciones con resultados hacia tendencias alternativas, da un viraje más tradicional. Por su parte, el partido de la U fue el gran ganador, ya que, en municipios como San Juanito, San Juan de Arama, El Dorado, Guamal, Cumaral, Cabuyaro, Barranca de Upía, San Carlos de Guaroa, El Clavario y Puerto López obtuvieron mayores votaciones, quedando con un bloque político fortalecido. En esa misma línea tradicional quedaron Mesetas, Lejanías, Acacías y Villavicencio.  Sin embargo, municipios como Puerto Gaitán un territorio petrolero, en donde en los últimos años sus habitantes han tenido una fuerte inclinación de elegir partidos más de derecha, en esta contienda sorpresivamente ganó un sector alternativo. Por su parte, Puerto Rico, El Castillo, Castilla la Nueva, Puerto Lleras, Mapiripán y Restrepo también se sumaron a la lista de propuestas  alternativas, siendo lo social y la paz el eje de su proyecto.

Las coaliciones o movimiento ciudadanos jugaron un papel importante en territorios como La Macarena, Cumaral, Granada, Fuentedeoro, Uribe, Puerto Concordia, San Martín de los Llanos, los cuales le apostaron a ir en bloque con varios partidos o desde figuras que les permitieran un campo de manejo más amplio, para no catalogarse en una tendencia ideológica específica.

Cabe resaltar que hay varios casos donde los partidos no reflejan la realidad de las posturas políticas de las candidaturas que ganaron, ya que los avales en algunos partidos responden a las cercanías, acuerdos o dinámicas territoriales y no a la ideologización de las colectividades que dicen representar en la contienda.

En la capital del Llano, se repitió relativamente las mismas dinámicas de la contienda electoral del año 2019, ya que en ese momento los sectores tradicionales se fragmentaron y decidieron postular varias candidaturas, dando paso libre para que el bloque que en ese tiempo representaba lo alternativo, ganara. Para este año, fue similar la forma, pero no el resultado, ya que el ganador es Alexander Baquero, el cual viene de partidos como Salvación Nacional que con apoyo de gran parte de los sectores más tradicionales, algo de ayuda de la maquinaría de la gobernación actual –y uno que otro acuerdo político al parecer con sectores alternativos- y aprovechando la división del centro y alternativos, consiguió un resultado sorpresivo al menos en la tendencia que venía teniendo las encuestas que ponían a Juan Camilo Chávez como ganador  y muy cercano a él, de segundo lugar  Irina Salas quién era la candidata del grupo político de Juan Felipe Harman.

Lo anterior reafirma que, hasta ahora en la ciudad de Villavicencio, alcalde no pone alcaldesa o alcalde y que en la puerta al llano, así como en otras capitales principales del país, muchos de los votos fueron resultado de un mensaje de protesta hacia administraciones que no respondieron a las necesidades de la ciudadanía y estuvieron alejados de esos cambios que prometieron en campaña, pero que no se materializaron siendo gobierno.

Contrario al resultado anterior, la gobernación del Meta quedó en manos de Rafaela Cortés Zambrano, que, con un total de 184.845 votos, siendo esta una votación histórica, se posesiona como una de las mujeres que gobernará uno de los departamentos en el país. Cortés, contó con el respaldo de la casa política del actual gobernador Juan Guillermo Zuluaga consolidando lo que ya parece predecible: gobernador sí pone gobernador/a. Si bien, lo sorpresivo no fue que ganara ya que tanto en encuestas como en el análisis de sus redes sociales mostraba una gran fuerza y acogida, lo casi inesperado en algunos sectores, fue la gran votación que obtuvo con un discurso el cual apeló a la emotividad basado en el hecho ocurrido con su esposo Felipe Carreño, quién perdió la vida en un accidente, mostrando así una carencia en la profundización de las propuestas de su plan de gobierno denominado “seguridad total”. La que será la nueva gobernadora del Meta, no asistió a los distintos debates realizados y se enfatizó en capitalizar – con buenos resultados- la votación producto mayoritariamente de la maquinaria. Un gobierno de estas características tiene muchas probabilidades de que en su mandato no cambie el rumbo del departamento, así como ha sucedido en los últimos años.

Frente al Gobierno Nacional, es clave que se logre con las nuevas administraciones trabajar por la formulación de planes de prevención, ya que estos son los primeros respondientes en el marco de la implementación de una política pública con enfoque en derechos humanos y enfoque de género, así como se hace necesaria la presencia en los territorios, los diálogos y cercanía que permita comunicar y hacer tangible el cambio por el cual fue electo el gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez.

Esta contienda devela una crisis en la figura de los partidos políticos los cuales no responden a la representación del grueso de la ciudadanía, su desideologización ha generando que lleguen a los cargos de elección popular, candidatos y candidatas que responden a la figura de caudillos y no por ideales políticos, pues los resultados dieron a conocer que ganaron las formas tradicionales de hacer campaña y las casta políticas más tradicionales. A su vez, los debates políticos se alejan de las realidades de los territorios porque terminan triunfando posturas populistas, con promesas inviables pero que responden a una inconformidad general por el recrudecimiento de la violencia en Colombia.

Con este panorama en el 2024 se espera una reestructuración de las fuerzas políticas existentes, así como la posibilidad de nuevas formas de representación ciudadana que tiendan a desligarse de figuras como los partidos políticos, y apelen a los movimientos ciudadanos que no traigan consigo las formas tradicionales de llegar al poder electoral. Respecto al poder popular, los medios de comunicación alternativos y populares seguirán siendo un factor diferenciador entre las narrativas hegemónicas de los medios masivos, asumiendo el reto de contrarrestar discursos de estigmatización, violencia y antiderechos.

Las organizaciones y movimientos sociales serán fundamentales desde las calles como espacio de disputa para la exigibilidad de derechos y defensa de los mismos. El control ciudadano desde diferentes mecanismos de participación puede ser una de las formas para el seguimiento y control del manejo de los recursos públicos y las incidencia en las decisiones de quienes en estos años administrarán y gobernarán los territorios.

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