En las calles de San José del Guaviare se ve en condiciones de vulnerabilidad a indígenas que hasta finales del siglo XX nadie conocía. ¿Sería diferente la situación si se hubieran mantenidos ocultos hasta hoy?
Con voces rasgadas entonan el Wewena, un canto ancestral de su pueblo. Su cotidianidad se mantiene armonizada porque cantan todo el día. Se hablan, se abrazan, se extrañan y, al caer la noche, su canto se hace triste y lloran por los que se han marchado. Es al anochecer que descienden takueyi -espíritus-.
El pueblo Nukak proviene de la tierra hueca, todo el pueblo viene a la superficie de la tierra de un hueco u orificio, imagen que se revive cuando las mujeres dan a luz en un hueco en la tierra, según su propio sistema de conocimiento. Son pescadores, recolectores y para cazar usan una cerbatana elaborada con fibra de palma, dentro de la que soplan pequeños dardos con curare -veneno-.
La gran mayoría conserva su lengua ancestral y sabe una que otra palabra en español, pues hasta hace más de 30 años no habían necesitado un segundo idioma. Siendo nómadas, iban y venían en grupos de 20 por los ríos Guaviare e Inírida, sobreviviendo con lo que los bosques de la Alta Amazonía podían ofrecer. Incluso llegaban a cambiar su residencia hasta 50 veces por año.
En su momento, la noticia de su existencia resultó una hazaña, pues más de 500 años después del descubrimiento de América, un pueblo indígena había mantenido oculto y sin contacto con el ‘hombre blanco’. Todo un logro para la academia, pero una tragedia para el pueblo Nukak.
Un pueblo en peligro de extinción
Estuvo en aislado de la sociedad moderna hasta la década de los 60, cuando empezó a establecer contactos esporádicos con población colono-campesina y luego con misiones religiosas que recién llegaban al territorio amazónico. Pero el primer contacto oficial data de 1988, cuando 43 de ellos fueron vistos en el municipio de Calamar, Guaviare.
Un año después, el pueblo Nukak sufrió fuertes virosis que atacaron a sus familias y para las que no tenían las defensas inmunológicas apropiadas. Sin saber cómo tratar enfermedades con las que nunca se habían cruzado, acudieron a la búsqueda de ayuda humanitaria externa. Cerca del 40% de su población pereció durante los primeros cinco años al contagiarse de enfermedades que no podían enfrentar.
Antes del primer contacto oficial se estimaba que el pueblo Nukak estaba conformado por cerca de 1 200 personas, pero hoy se cuenta en cientos. Varias fuentes citan cantidades diferentes de la población que existe en la actualidad -entre 600 y 800-, pero todas coinciden en una preocupante reducción demográfica. Hoy, los Nukak tienen el mayor índice de mortalidad en el Guaviare y esto implica su extinción. Si mueren los y las jóvenes, se pone en riesgo la reproducción y existencia del grupo, mientras que, si desaparecen las personas de tercera edad, se dará la ausencia de líderes políticos, consejeros, guías espirituales y médicos, quienes conservan el conocimiento ancestral, códigos de conducta y cosmovisiones. Actualmente, solo el 1% de la población es mayor de 60 años.
La modernidad y el conflicto armado
A inicios de los 2000 quedaron en medio de los constantes enfrentamientos entre las Farc-EP y las Autodefensas Unidas de Colombia. No comprendían quienes, y por qué se estaban matando, solo tenían certeza de que debían huir hacia un lugar más seguro. Edinson Mujpabú Chamaqueje, indígena del resguardo Chekamüj, recuerda que, estando joven, llegaron grupos insurgentes al territorio y reclutaron a 10 personas. “Se llevaron a mi hermano y no sabemos que lo hicieron. Mataron a dos en esa época”, dice.
Irónicamente, cuentan con un territorio legalmente constituido como resguardo desde 1993, que tuvieron que abandonar para mantenerse con vida. El terreno, otorgado por el INCORA, inicialmente contó con 632 160 hectáreas, pero cuatro años después, el área fue ampliada 322 320 hectáreas hacia el oriente de San José del Guaviare, para un total de 954 480.
Hoy el pueblo Nukak está repartido por el territorio guaviarense en 22 asentamientos:
- Golondrinas
- Caño Makusito
- Chekamüj
- Costeñita
- Caño Cristal -Kande Jerenina
- Puerto Nuevo
- Caño Maku
- Guanapalo 1
- Guanapalo 2
- La Esperanza
- Filo de Hambre
- Agua Bonita
- Villa Leonor
- Matatigre
- Capricho
- Villa Alejandra
- Chipiai Inbe
- Gabriel
- Wanna’be
- Pepepena
- Puerto Flores
- Puerto Ahuyama – Chaana
Aislado en la modernidad de su propio territorio, el pueblo Nukak padece las nocivas imposiciones de la modernidad. Ya no pueden andar entre el bosque, pescar en el río y cazar en la selva como lo hacían antes. Hoy, en cambio, enfrentan vulnerabilidades inmunológicas, culturales, políticas y territoriales.
De hecho, la Corte Institucional emitió en 2012 el Auto 173, en el que adoptó medidas cautelares urgentes como salud, seguridad alimentaria y prevención de consumo de sustancias psicoactivas, para la protección de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas Jiw y Nukak, en el marco del estado de cosas inconstitucional declarado en la Sentencia T-025 de 2004 y de las órdenes emitidas en el Auto 004 de 2009.
Ante esta orden, la Defensoría del Pueblo señaló el año pasado que lo impuesto en el Auto 173 no se ha cumplido y que estas poblaciones siguen presentando dificultades para el acceso al agua potable y un saneamiento básico deplorable. Con respecto a la seguridad alimentaria, afirmó que los más afectados han sido las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, pues durante el 2023 se les han vulnerado constantemente sus derechos, conllevando a la desnutrición. Esto conlleva al tema de salud, que al respecto, el Instituto Nacional de Salud, con corte a julio de ese año, notificó 69 casos de desnutrición aguda moderada y severa en menores de 5 años. Además, el narcotráfico ha llevado a que las y los jóvenes estén envueltos en la problemática del consumo de sustancias psicoactivas, a causa de sus trabajos como raspachines en los que les pagan con la pasta base de coca, profundizando su dependencia a esta droga y dificultando su independencia económica, según las autoridades Nukak.
A eso se suma que las niñas y mujeres han sido víctimas de violencia sexual. En 2023, el Gobierno Nacional confirmó que 69 niñas Jiw y Nukak, fueron víctimas de abuso sexual. Al parecer estarían involucrados militares, grupos armados ilegales y colonos, pues habría un contexto de vulnerabilidad beneficioso para la explotación sexual.
El total de la población fue víctima de desplazamiento forzado, y su territorio ha sido afectado por dinámicas como ocupación colona, acaparamiento de tierras, la frontera agrícola activa, cultivos de uso ilícito, presencia de actores armados ilegales, desarrollo de vías terciarias y proyectos agroindustriales como palma de aceite y eucalipto.
Presumir un pueblo vulnerado y estigmatizado
En San José del Guaviare son mostrados con orgullo para publicitar el turismo en el departamento. Cafés, hoteles, bares, restaurantes y un sinnúmero de establecimientos comerciales exhiben fotografías, pinturas y afiches de sus rostros con trazos pintados de figuras ancestrales. Incluso el Parque de la Constitución, que fue remodelado e inaugurado a finales del 2022, tiene en su centro estatuas de una familia Nukak con sus trajes tradicionales y uno de ellos sosteniendo una cerbatana. Pero en la cotidianidad se les ve mendigando en las calles, casi como un oficio que remplazó su dinámica de recolectores en la selva. Ya no portan el arco, la flecha y la cerbatana, tampoco cargan un churuco o un maicero al hombro, algunos llevan consigo un mono como mascota o ofrecen sus artesanías para ganar dinero entre los y las turistas. Incluso cobran cuando les piden fotografías o videos.
En contraste, suelen ser ignorados, abandonados y estigmatizados por la población colona e incluso por las instituciones. El contacto del pueblo Nukak con la sociedad occidental ha sido problemático desde los inicios y el daño hecho está. Hoy es responsabilidad del Gobierno abordar las dificultades que enfrentan, repararles de manera integral y protegerles sin amenazar sus costumbres y su sistema de conocimiento.
Es de tener en cuenta las acciones recientes como la propuesta del presidente Gustavo Petro de crear la comisión especial de la dignidad y protección integral para la niñez indígena -que no se ha materializado- y el acercamiento realizado a finales de abril de este año por parte del Ministerio Público junto a la Unidad para las Víctimas con el fin de incluirles en el Registro Único de Víctimas y que puedan acceder a una reparación integral.
Sin embargo, el reto es grande y la mayoría de las instituciones no tienen la capacidad de respuesta inmediata y con enfoque diferencial para el pueblo Nukak que “queremos volver a nuestro territorio y que nos den garantías para retornar en condiciones dignas. Necesitamos que el Gobierno nos ayude”, afirma Dajada Joaquín Nijbe Joonide, representante del Consejo de Autoridades Indígenas, Mauro Munu.
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