Las mujeres que residen en territorios rurales enfrentan notables desafíos para mantener una buena salud y recibir atención médica de calidad, un servicio esencial que se ve comprometido por su ubicación periférica. El bienestar integral, que abarca aspectos físicos, psicológicos, fisiológicos y reproductivos, entre otros, puede ser más difícil de alcanzar para estas mujeres debido a las múltiples responsabilidades que asumen en el hogar, las cuales a menudo dejan en segundo plano su propio cuidado personal. Según el informe de cifras de desigualdad del Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, las mujeres “realizan tres cuartas partes del trabajo no remunerado de cuidados (76.2%), de tal manera que los cuidados y apoyo a personas están sustentados principalmente por las mujeres” trayendo consigo que “esta dedicación influye en el tiempo que dedican a sus propios cuidados personales, su salud y las dobles jornadas”, lo que tiene un impacto directo en el tiempo que pueden dedicar a su propia salud y bienestar.
Las mujeres rurales también enfrentan dificultades para acceder a servicios médicos de calidad, una problemática advertida por el viceministro de Salud Pública y Prestación de Servicios Jaime Hernán Urrego el pasado 23 de agosto. Este señaló que, «pese a que la Entidad invierte 47 billones de pesos para garantizar los servicios de salud de 25 millones de mujeres colombianas, los indicadores de gestión del riesgo son precarios y la deficiente cobertura de citologías, mamografías y demás enfermedades que afectan la salud de las mujeres, se presenta en zonas rurales y en los barrios marginales de las principales ciudades». La ubicación remota de estas mujeres dificulta su desplazamiento hacia áreas urbanas para acceder a servicios médicos, debido a limitaciones tanto de transporte como económicas, agravadas por las obligaciones derivadas de los roles de género tradicionales y las responsabilidades propias de las labores agrícolas y de cuidado.
Esta situación pone en riesgo la detección temprana de enfermedades específicas de las mujeres, como el cáncer de mama o el cáncer de cuello uterino. Según la ONU, “el cáncer de cuello uterino el segundo tipo de cáncer más frecuente en la mujer, y ello en todas las partes del mundo. Más del 90% de las muertes se concentran en los países de ingresos bajos y medios, donde el acceso a los oportunos servicios de detección y tratamiento es muy limitado». Lamentablemente, las mujeres rurales de Colombia no son la excepción. Es imperativo implementar un tratamiento adecuado y difundir información sobre salud para prevenir complicaciones médicas en el futuro, pues la Organización Mundial de la Salud – OMS, destaca «la ausencia de servicios de salud de calidad y de intervenciones oportunas causa que miles de mujeres fallezcan cada año».
Además, la educación en cuidado personal y salud no siempre llega a las zonas rurales, dejando a las mujeres en un estado de desconocimiento en lo que respecta al autocuidado y la adopción de planes de alimentación saludable.
No obstante, el Viceministro anunció las estrategias de política pública para 2023-2024 que apuntan a mejorar esta situación. Estas incluyen “la recuperación, fortalecimiento y modernización de la red pública hospitalaria en zonas con una oferta limitada de servicios, así como el refuerzo de equipos interdisciplinarios permanentes y sistemáticos para promover la salud y prevenir enfermedades en las mujeres. También se contempla la formulación de políticas de derechos sexuales y reproductivos que buscan liberar a las mujeres de la violencia”. Estas medidas representan un paso crucial hacia la mejora de las condiciones y la disminución de los desafíos que enfrentan las mujeres en las zonas rurales en lo que respecta a la atención médica y la búsqueda de una vida sana.
Por: Daniela Gómez.