Recientemente, Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la verdad, se reunió con el expresidente Álvaro Uribe para hablar sobre algunos temas relacionados con el conflicto, por ejemplo, los llamados falsos positivos. (Hay que aclarar que se denominó falsos positivos[1] a una práctica macabra, en la que ciudadanos inocentes fueron asesinados por militares para después ser pasados por guerrilleros muertos en cómbate. Se hace la aclaración porque recientemente escuché a algunas personas que desconocían esta práctica).
El conversatorio entre el político y el comisionado fue tenso, dado que el exmandatario no reconoce la legitimidad de la Comisión. Por otra parte, tampoco ofreció disculpas a las víctimas, sino que se justificó al decir que él solamente exigía resultados. Digamos que fue cierto, que solamente fue burlado en su buena fe.
Si tal es el caso, así como los muchos otros en los que se ha justificado con la misma excusa, entonces vendría bien que nos cuestionáramos sobre la inteligencia que muchos le endilgan y más bien creyéramos que estuvimos gobernados por un idiota.
El Diccionario de la Real Academia Española tiene algunas acepciones para definir idiota: Tonto o corto de entendimiento. Engreído sin fundamento para ello.
Las dos distinciones de la palabra idiota aplican para el exmandatario que fue embromado por sus subalternos. Lo curioso del asunto es que parece que el diccionario pone en orden las acepciones para crear así un relato sobre el político, quien aparentemente es corto de entendimiento; se dejó engañar de todas las maneras por sus subalternos más cercanos y, en segundo lugar, se ufana de haber tenido un ¨gran¨ gobierno.
Ahora bien, el adjetivo, no solamente puede calificar al expresidente, sino a muchos colombianos que hoy siguen creyendo sus mentiras.
Finalmente, aunque la Comisión de la Verdad, busca construir el relato de todas las partes, creo que, con el caso de Uribe, no solamente quería escuchar una versión, sino tener un gesto de humildad, de paz, de diálogo, el cual, ojalá sea comprendido por el expresidente como una invitación a reflexionar sobre su política de odio y la necesidad de empezar a trabajar por un país en el que se pueda construir un relato que dignifique a las víctimas y a los millones de colombianos que creen que es posible vivir en un país en paz.
[1] El término real para «falsos positivos», es ejecuciones extrajudiciales.
*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, mas no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.