La educación en el país está en S.O.S., desde hace tiempo y en realidad no debería sorprendernos, por el contrario, debería asustarnos. A la institucionalidad solo le preocupa estar en buenos rankings a nivel mundial, pero ni para eso nos alcanza. Los datos más alarmantes no terminan siendo las pruebas PISA, pero sí nos contextualizan de la situación que vivimos en materia de educación; en 2019 quedamos en el puesto 58 de 73 países, en las que por supuesto nos fue mal, y tras del hecho se culparon a los docentes de la mala intervención de sus pedagogías, cuando el currículo de enseñanza se imparte desde arriba, muchas veces censurando cosas en el aula de clase, tanto en instituciones primarias y secundarias, como en instituciones de educación superior.
El gobierno colombiano arremete contra los docentes del país, pero cuando analizamos el contexto en general, encontramos que las políticas públicas en educación son escasas, por no decir que nulas. Los docentes en el país están siendo asesinados y amenazados, sobre todo en áreas rurales; territorios que luchan por sobresalir en época de postconflicto. Solo en 2019, 720 docentes fueron amenazados y 10 asesinados, 50% de los colombianos no completan la educación secundaria, y 13 universidades públicas y privadas están en la lista deplorable de investigación de la Fiscalía por corrupción; como por ejemplo lo es la Universidad Distrital, con un desfalco de aproximadamente 11.000 millones de pesos. Entre la lista está la Universidad del Chocó, la Universidad de Cundinamarca, la Universidad Pública de Floridablanca y la Universidad Autónoma del Caribe. En el caso de las universidades privadas, el dato es confidencial según la Fiscalía, pero los datos de algunos medios de comunicación describen que hay cobros desproporcionados en matriculas, intereses altos en cooperativas de crédito estudiantil, mediocridad en la educación y censura a la opinión.
Las garantías para ser docente por ejemplo son críticas. Fecode ha denunciado muchas veces amenazas y no es un secreto que parte de la clase política ha querido que se acabe este movimiento sindical y ha generado persecución utilizando noticias falsas, para deslegitimar la función de esta organización. La protesta social ha sido una precursora de la defensa al derecho de una educación, pero de calidad, lastimosamente siempre hay una forma de convencer a los líderes del movimiento estudiantil, que a la final, nada logran arreglar del todo. Siempre hay descontento, malas promesas por parte del gobierno, para que la educación sobreviva; pero terminan siempre ‘los/as profes’ y los/as jóvenes llevando del bulto como dice la jerga colombiana, tratando de subsistir en un sistema educativo que más que un sueño, termina siendo un problema que nunca acaba.
Siempre decimos “la educación es la única forma de cambiar la historia del país”, pero la realidad es diferente. A veces tiene cabida la duda de que el Estado nos quiere alienados, ignorantes en muchas cosas, para seguir por el camino de apoyar la oligarquía y no comprender o reflexionar un país, que pide a gritos una mirada diversa e inteligente. Terminan los medios de comunicación educándonos de una forma tradicional, gratuita y vergonzosa. Y así seguimos, entre otros males, luchando contra lo inevitable, esperando a que todo pueda mejorar, mientras las garantías para educar y educarse son cada vez más deplorables. La educación tiene mil males actualmente en Colombia, pero la mala educación pondera por encima de todo; creemos que cada vez ganamos más terreno, cuando en verdad, más nos quitan.