Una de las maravillas del mundo antiguo más imponente, por su extensión, es la gran muralla china. Proyecto que inició a ser construido hacia los años 200 a.C. aproximadamente, requiriendo una gran inversión económica, el sacrificio de miles de hombres y más de mil años para el levantamiento de alrededor de siete mil kilómetros de tan colosal obra.
Pasear por ella, es trasladarse a la épocas de antaño, imaginando que la tecnología, maquinarias y demás herramientas de aquel entonces no son nada comparables con las que tiene el mundo en la actualidad, y que el esfuerzo y sacrificio para su construcción fueron infinitos.
La razón fundamental por la que los chinos construyeron esta obra, no era el que sirviera de atracción turística para las generaciones futuras, sino que tendría como propósito salvaguardar el reino de la intromisión y constantes saqueos por parte de los mongoles y otras tribus perturbadoras.
Lo triste de la historia, es que al leerla, se descubre que a pesar del gran sacrificio para mantener en paz el reino, en miles de oportunidades fueron visitados, robados y violados por las tribus a las que tanto temían. ¿Qué sucedía entonces?, ¿Por dónde estaban siendo franqueados, que parte de la muralla no estaba cumpliendo con el objetivo? La respuesta es sencilla, por la puerta principal. Los saqueadores no veían la necesidad de destruir la muralla, saltarla o vulnerarla de cualquier otra manera, porque a través de la puerta principal tenían el acceso. ¿Cómo es esto? ¿Acaso no había guardias debidamente armados que defendieran con sus vidas el reino? Claro que sí, los guardias estaban, una gran parte del ejército custodiaba dicha entrada bajo el mando de grandes capitanes que los comandaban. Desafortunadamente, en miles de ocasiones dichos capitanes sucumbieron ante el poder del dinero.
Los sobornos fueron los causantes de las mayores derrotas de los chinos en sus batallas. La corrupción de los militares que custodiaban la puerta principal echó a perder las incontables vidas sacrificadas y los recursos invertidos en elaborar la gran muralla como protección y refugio para el pueblo.
Decepcionante leerlo, pero la historia lo confirma, y hoy en día nos sirve de ejemplo para determinar que por muy grandes y poderosas que sean las construcciones y reservas militares para la defensa de un territorio, si los comandantes se venden, estamos expuestos al robo y violación de nuestros derechos.
Pero la analogía deseo hacerla, no solamente en lo referente a nuestras fuerzas militares a quienes se les debe respeto, sino a que nuestra amada patria, ha sufrido por años, el sacrifico y hasta muerte de miles de personas que han querido hacer de esta tierra un lugar lleno de paz y progreso.
Miles de leyes se han expedido, constitución tras constitución se ha elaborado con el propósito de que a través de estas normas, nuestro país sea bien gobernado, y que los principios de equidad e igualdad, sirvan como salvaguarda a la pluralidad y diversidad que existe en quienes habitamos este territorio llamado Colombia.
En teoría, encontramos que las normas que sostienen este Estado social de derecho, en su mayoría propenden por el bienestar de todos y todas. Pero, cosa distinta lo que se ve en la realidad. Desigualdad, pobreza, vulnerabilidad, violación a los derechos de los colombianos. ¿Qué sucede entonces? ¿A qué se debe que estas cosas se manifiesten? La razón es simple, las personas a las que hemos designado como nuestros gobernantes, son los mismos que se encargan de agravar las cargas en el pueblo y saquear la riqueza que nos pertenece. Unos pocos son siempre los beneficiados con riquezas incontables, mientras que la pobreza consume por doquier en todas las regiones y departamentos que forman parte de este país.
De nada sirvió la elaboración de miles de kilómetros de muralla, porque la puerta principal daba entrada a los saqueadores. De nada sirven las miles de leyes que se expiden para mejorar la calidad de vida de los colombianos. Si aquellos que las formulan son los principales responsables de la corrupción que nos agobia.
En mi humilde opinión la solución para nuestro hermoso país, no está en la formulación de leyes y normas cada año, que reglamenten todo en nuestro comportamiento y vida, sino un cambio que debe partir por aquellos que fueron elegidos para elaborar dichas normas. El sistema de cosas precario que tenemos, es responsabilidad única y exclusivamente de los que fungen como nuestros gobernantes.