Ser mujeres de fogón no solamente es una palabra, es un sentimiento ancestral que hace un reconocimiento a todas las lideresas que estamos en las zonas apartadas del área urbana y que el punto de partida de un día normal es el fogón de leña, por eso, es importante visibilizar nuestro trabajo, en esta ocasión, desde las vivencias de mis compañeras.
En el municipio de Puerto Rico, Meta, un grupo de mujeres que tomaron la bandera del empoderamiento con sus voces de resiliencia que, con el pasar del tiempo, se fue germinando un cambio en los territorios, un nuevo nacer donde ellas, tras luchas y esfuerzos, comenzaron a incidir realmente en espacios que no se les daba participación, y al día de hoy, han avanzado en ocupar cargos en las diferentes juntas de acción comunal, crear asociaciones, emprendimientos que ayudan a generar confianza y redes de apoyo para el crecimiento de las mujeres y sus familias.
Una de estas mujeres es Yineth Rodríguez, que nos cuenta sobre la esencia que contiene una base ancestral de cultura y amor que significa el fogón en los procesos de liderazgo, donde en el atizar la leña se va avivando la llama de la incidencia en diferentes espacios de participación. “Las cenizas recogidas se convierten en abono para nuestra agricultura y así continuamos germinando la soberanía y seguridad alimentaria de nuestras comunidades y nosotras cosechar nuestros sueños siendo siempre orgullosamente mujeres de fogón”.
Y es que ser mujeres de fogón es ir más allá de los imaginarios que la centralidad les ha impuesto por vivir en la ruralidad. Es una identidad que las ha unido en medio del avance de la garantía de sus derechos y la apropiación del territorio. Las actividades alrededor del fogón le han permitido consolidar sus procesos de autogestión, debates y planeación de acciones, y así avanzar en los propósitos conjuntos para el mejoramiento de las realidades de su comunidad.
Este camino de autorreconocimiento como mujeres de Fogón, no ha sido fácil, las diferentes brechas de desigualdad las han afectado, pero esto no ha sido un impedimento para seguir luchando, para comenzar a dar una nueva forma de ver la mujer que alrededor de una olla se empodera y alza su voz para reclamar derechos con confianza y que cada día trabajan porque su vida y la de sus compañeras sea respetada, valorada y hacer parte del desarrollo de sus territorios.
A raíz del proceso de paz en el 2016, Yineth se vinculó a las mesas veredales de este proceso, teniendo participación, donde ha podido adquirir confianza, ya que al principio le daba miedo hablar en público, “me temblaba las piernas y aún lo siento así; pero esto no me limita hablar con empoderamiento y empatía”. Así recuerda sus inicios en estos procesos y nos deja una frase llena de sentimiento: “todas somos diferentes, pero juntas podemos construir grandes cosas”.
Daniley Briñez Crúz, una lideresa de fogón, comenta que el destino ha sido oportuno en los procesos que llevan, ya que ha hecho que más mujeres se hayan encontrado con los mismos sentimientos feministas. “Me siento muy orgullosa porque una mujer rural nos representa y comparte sus conocimientos para poder participar en los espacios políticos; me gusta estar en estos espacios donde nos empoderan y nos incentivan a participar de los diferentes procesos y así conllevar la lucha que garantice un cambio en la vida de todas las mujeres”.
Ellas llevan este liderazgo y se han estado organizando desde la Asociación de Mujeres Campesinas Agrícolas del Darién -ADARIEN-, para así tener una participación más activa y equitativa y lograr incidir y llegar a diferentes zonas veredales y contagiar de este fuego acogedor a mujeres que por temas de distancia y falta de oportunidades no conocen sus derechos, que han sido apartadas por el Estado, pero no olvidadas por este grupo de lideresas.
Para este 08 de marzo, donde se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, ADARIEN ha organizado una iniciativa para llevar a cabo actividades lúdicas recreativas con base en temas de política pública, violencia basada en género y rutas de atención. Que por medio de charlas, videos y actividades rompe hielos pretenden dejar una reflexión y enseñanza para las mujeres de las veredas, San Vicente Alto, Darién y San Vicente Bajo.
Para esta actividad están generando sus propios recursos mediante venta de comida y así lograr ese día tener lo necesario para el desarrollo de la misma. A pesar de las dificultades que han tenido y que saben que no es fácil cumplir este objetivo, ya que este sector es demasiado extenso y llegar a estos lugares conllevan costos y tiempo, han hecho una buena gestión pensando también a largo plazo, para que nuevos proyectos lleguen y así consolidar la creación de la mesa de mujeres rurales y la participación en la mesa de mujeres del municipio, para que se sigan uniendo a través del fogón y cumplir sus propósitos de justicia social en cada territorio.