Publicada el 19 de septiembre del 2024
Las mujeres y personas gestantes en los centros médicos del Meta enfrentan una serie de abusos que van desde prejuicios por solicitar la Interrupción Voluntaria del Embarazo -IVE- y negligencia en la atención durante el parto, hasta el hacinamiento debido a la atención no solo de pacientes locales, sino también de mujeres provenientes de Vichada, Guainía y Guaviare, e incluso de países como Venezuela y Ecuador.En Colombia, muchas mujeres y personas gestantes atraviesan una experiencia dolorosa e invisible: violencia obstétrica. No siempre deja huellas físicas, pero marca profundamente el cuerpo y la memoria. Es la forma en que el sistema de salud -y quienes lo integran- interfiere con violencia en un momento tan íntimo y vulnerable como el parto. Pero también la manera en la que estigmatiza y señala a quienes deciden abortar.
La violencia obstétrica se manifiesta en pequeñas y grandes formas, como cuando el personal de salud ignora las necesidades de una persona gestante en trabajo de parto, cuando se le impide decidir sobre su cuerpo, cuando se le infantiliza o humilla en medio del dolor, cuando la cesárea se vuelve regla sin justificación o cuando se le separa de su bebé sin motivo médico. Muchas víctimas no lo reconocen de inmediato como violencia; otras sí, pero no saben que pueden denunciarlo. Y muchas más simplemente se resignan, porque “así ha sido siempre”.
El reto de acceder a la IVE
Algo no trascendental pero que sí me dejó pensando es en cómo hablan de forma medio regañada cuando alguien no sabe algo. Por ejemplo, cuando pregunté si podían pasar a traerme algo, me dijeron que no, que esta no es zona de visitas, que aquí se hacen cesáreas y no sé qué más, pero en un tono como si para una eso fuera obvio cuando no, una está por primera vez y de paso, es normal no saber o hacer preguntas.
En la ecografía pasó algo similar. Yo no estaba entendiendo qué significaba que no saliera nada en la eco y pregunté. Me responden como que ‘Por eso le estoy diciendo’. Al final le dije, ‘Pues pregunto porque para mí eso es nuevo, no entiendo y quiero entender que me está pasando’. Y ya en un mejor tono me dijo que sí, que estaba bien salir de dudas y preguntar.
Pero lo que en realidad fue paila, paila, fue cuando un doctor, ante mi interés en acceder a la IVE, se altera y dice ‘Conmigo no va a ser, tendrás que buscarte otro doctor que lo haga porque yo no’. Y de eso, entiendo que, aunque esté en su derecho a objetar conciencia fue una respuesta inadecuada desde el tono de voz y la evidente molestia. Creo yo que ni siquiera debería enterarme de que él no hace esos procedimientos, simplemente lo anota y ya que la entidad haga lo suyo.
Continúa diciéndome que me da un consejo: ‘No mates a tu bebé’. Por lo que también hago evidente mi molestia y le digo que respeto su postura como objetor, pero que esa decisión es mía y no debe buscar influir en ella, que conozco muy bien mi derecho y no debe intentar hacerme cambiar de opinión. Agrega ante esto que aunque yo no le esté pidiendo el consejo me quiere contar de una mujer que en no sé qué sector le pide, prácticamente, le implora por ayuda para poder dormir porque hace no sé cuántos años él le dijo que no abortara porque no iba a poder dormir de la culpa y ahora en efecto está afectada por la decisión y no puede dormir.
En mi opinión él tampoco tenía que decirle eso a esa mujer porque la condicionó y la comprometió moralmente con un sentimiento de culpa, en vez utilizarla como ejemplo para seguir infundiendo culpa, debería reflexionar sobre si él debió haberle dicho ese tipo de cosas y para remediarlo, como mínimo recomendarle acompañamiento psicológico.
La conversación fue con un tono elevado, algo que involucró la atención de todas las otras gestantes presentes, entre ellas una menor de edad procedente de Uribe, quien había perdido su embarazo de forma involuntaria.
Fue incómodo por tener que exponerlo en frente de todos los presentes.”
Este testimonio compartido a El Cuarto Mosquetero, refleja la falta de capacidad en las entidades médicas para garantizar el derecho al acceso a la IVE, que también puede considerarse violencia obstétrica y rara vez se incluye en las formas de violencia basada en género, pues normalmente se considera la psicológica, económica, verbal y física.

El derecho fundamental a la IVE impone al Estado, a los actores del sistema de salud y a terceros una serie de obligaciones, detalladas en la Resolución 051 de 2023 del Ministerio de Salud y Protección Social. Esta regulación, emitida conforme a las competencias legales y en cumplimiento de las órdenes de la Corte Constitucional en las sentencias SU-096 de 2018 y C-055 de 2022, subraya la importancia del derecho, las funciones de todos los actores del sistema y la necesidad de eliminar barreras en la prestación del servicio.
El aborto es un derecho crucial, en especial para las mujeres jóvenes, ya que les permite que la maternidad sea deseada y planificada, evitando que se convierta en un obstáculo para sus proyectos de vida, o una barrera para completar sus estudios y acceder a un trabajo digno. Sin embargo, la información sobre la IVE es difícil de conseguir en sus colegios o entornos sociales. Esta falencia contribuye a que las cifras de embarazo infantil y adolescente sigan siendo altas en Colombia. Según el informe del DANE, ‘Nacimientos en niñas y adolescentes en Colombia’, para el 2020, 4.268 niñas entre 10 a 14 años y 109.823 adolescentes entre 15 y 19 años se convirtieron en madres.
Si para una persona adulta acceder a la IVE ya es difícil, para una menor puede ser casi imposible. Aunque se trata de un derecho legal y el Estado tiene la obligación de garantizarlo, muchas enfrentan violencia obstétrica al solicitarlo, lo que limita el acceso efectivo al procedimiento. Persisten grandes obstáculos como la desinformación en varias comunidades, objeciones de conciencia sin control y un fuerte estigma social.
Ante esto, la Corte Constitucional se pronunció en mayo de este año a través de la sentencia T-576. El detonante fue el caso de Sofía, una mujer que pasó por distintas situaciones de violencia durante la práctica de una IVE en Santa Marta. La Sala Cuarta de Revisión constató que ella sufrió mala atención médica, lo que le causó sufrimiento psicológico y físico innecesario. Pese a que el caso se declaró sin objeto por daño consumado, el alto tribunal manifestó su decisión debido a la falta de acompañamiento y los reproches que Sofía recibió, además de la solicitud de aprobación del procedimiento por parte de la EPS al padre de ella.
La sentencia subraya que ninguna mujer debe sufrir violencia obstétrica ni ver vulnerados sus derechos al decidir interrumpir un embarazo, y que tolerar estas situaciones perpetúa estereotipos de género. La Corte ordenó a la clínica y la EPS investigar y sancionar los actos de violencia obstétrica, cumplir con la prestación de servicios de salud de calidad y capacitar al personal. Además, se le recordó a Sofía su derecho a denunciar y tomar acciones legales para reparar la vulneración de sus derechos.
Avances y barreras
El informe identificó tres barreras que destacan:
En el mismo informe, Profamilia señala que durante el primer año de la legalización de la IVE, el 97.2% de los abortos que realizaron, se hicieron antes de la semana 16 de gestación y de estos, el 86% antes de la semana 12 y solo un 1,1% de los procedimientos se realizaron después de las 24 semanas, bajo alguna de las causales de la Sentencia C-355 de 2006.

Por eso, organizaciones como las antes mencionadas, de manera voluntaria y autogestionada han hecho contrapeso a la negligencia y desinformación. En Villavicencio existe la Veeduría Mujeres Libres de Violencia. También, Profamilia y La Mesa cuentan con canales de información, atención y asesoría legal. La primera creó Mía, una plataforma virtual de atención para el aborto, mientras que la segunda cuenta con una línea de atención vía WhatsApp: +57 3202733179.
También existe la Línea Jacarandas, organización que en su más reciente investigación “Agradezca que pudo abortar”: Dos años de avances y barreras para acceder al aborto”, da un informe sobre el acceso al aborto a través de la documentación de 6.121 personas orientadas y 210 acciones legales.
Entre 2022 y 2023, dice Jacarandas en su investigación, atendieron a mujeres de más de 310 municipios de Colombia, llegando a 31 de los 32 departamentos del país. De ellas, 59 se reconocieron como indígenas y 53 como mujeres negras, palenqueras o afrodescendientes. Esto es importante, ya que la diversidad territorial garantiza dar información y orientación a mujeres en lugares que suelen tener mayor dificultad para acceder a información o servicios de salud sexual y reproductiva.
Tanto las víctimas de violencia obstétrica en el proceso de acceder a la IVE, como las entidades públicas, están involucradas en esta problemática. De hecho, Jacarandas en su investigación recomendó a:
Un ir y venir para terminar pariendo en la calle
En casa, los dolores se intensificaron nuevamente, lo que la obligó a volver al Hospital de Restrepo. Allí le indicaron que debía ir urgentemente a Villavicencio, pero no le ofrecieron transporte y, dado que era de madrugada, no había servicio público disponible. Finalmente, llegó a la ciudad en un vehículo del Cuerpo de Bomberos, acompañada por su esposo y su cuñada. De vuelta en la clínica Servimédicos, la mandaron a caminar y le pidieron regresar al día siguiente. Desesperada, fue al Hospital Departamental de Villavicencio, donde le dijeron nuevamente que no estaba lista para el parto y le sugirieron seguir caminando. Incapaz de soportar más el dolor, terminó dando a luz en la calle, asistida por su cuñada y sin la presencia de personal médico. Solo después de que su esposo, enfurecido, exigiera atención médica, fue que recibieron la asistencia necesaria.
Para ampliar la información: La negligencia la obligó a parir a su bebé en las afueras del Hospital Departamental de Villavicencio
La violencia invisibilizada
Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar – ICBF, esta forma de la violencia obstétrica en el caso de las personas que deciden continuar sus embarazos, comienza cuando los profesionales de salud responsables de los controles prenatales no resuelven todas las dudas de las madres, desestiman sus temores, no las escuchan, no les explican los cambios que están experimentando, y se limitan a realizar una consulta médica de manera rápida y mecánica, enfocándose únicamente en datos cuantitativos como peso, frecuencia cardíaca y presión arterial, entre otros.
Catalina Valencia, ginecobstetra y presidenta de la Asociación Antioqueña de Medicina Materno Fetal, comentó al ICBF que este tipo de agresiones impiden que las mujeres gocen de un parto humanizado y vivan una experiencia positiva con respecto a su sexualidad. La especialista reconoce que el término es “incómodo” para la comunidad médica, pero admite que “la violencia obstétrica existe y debe ser eliminada”.
Por eso recomendó a las madres gestantes exigir un trato cordial y respetuoso, y una comunicación eficaz y oportuna por parte de las y los profesionales de salud. “Los médicos estamos en la obligación de resolver todas las inquietudes de las pacientes, debemos orientarlas, darles el conocimiento que necesitan para afrontar esta etapa de cambios y explicarles todo lo que ocurre en el proceso de gestación y parto. Por lo tanto, si la paciente está bien informada y es bien atendida, no se va a sentir violentada. Al contrario, va a estar segura y tranquila”, afirma Valencia.
Como Adriana, muchas mujeres y personas gestantes sufren a diario violencia obstétrica, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud – OMS establece que «todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud durante el embarazo y el parto, lo que incluye el derecho a una atención digna, respetuosa, competente y comprensiva». En 2020, el colectivo Matria Guardianas del Parto realizó la primera encuesta sobre Violencia Obstétrica en América Latina, con la participación de más de 5,000 mujeres de 20 países, incluyendo 411 en Colombia. Los resultados revelaron que el 59.3% de las mujeres se sintieron incómodas, ofendidas o humilladas durante consultas ginecológicas o prenatales, el 56% tuvo dificultades para expresar miedos o dudas, el 38% sufrió amenazas, insultos o coerción, y un 54.6% fue privado de alimentos o bebidas durante el parto. Además, el 50.7% sintió que el parto fue alterado por conveniencia del personal, y el 52% sufrió secuelas psicológicas o emocionales tras el parto, cesárea o aborto.

Desde la Subgerencia Administrativa del área de Infraestructura del Hospital se informó que el aire acondicionado del servicio de partos, instalado en 2010, había superado su vida útil y presentaba un grave deterioro. También reportaron múltiples problemas en el sistema de ventilación, compresores, estructura, motores condensadores, ductos, sistema eléctrico y serpentines. Además, constataron que el sistema no cumple con las normas eléctricas RETIE ni cuenta con un sistema de renovación de aire. Pero fue hasta este año que consiguieron un nuevo aire acondicionado bajo el contrato 1966 de 2023, que comenzó a funcionar en mayo de 2024, cubriendo tanto la Unidad de Cuidados Intensivos de Adultos como la sala de partos del Hospital.
Las mejoras en las instalaciones, por supuesto, son avances, pero en ocasiones el personal médico no da abasto. El área de sala de partos cuenta con 16 ginecólogos, nueve médicos generales, cuatro enfermeras profesionales y 24 auxiliares de enfermería. En el servicio de ginecología y hospitalización, hay dos médicos generales, cuatro enfermeras profesionales y 13 auxiliares de enfermería.
Frecuentemente, la cantidad de pacientes supera la capacidad del personal, corriendo de un lado a otro para hacer frente a las limitaciones de espacio en el área. Según el Hospital -datos corresponden a la semana laboral del 13 al 19 de febrero del 2024-, se realizan en promedio 129 consultas diarias, 121 consultas de triage -un sistema médico para ordenar a los pacientes según la urgencia de su condición, asegurando que los más graves sean atendidos primero- y se atienden de 10 a 12 nacimientos al día. En el área de hospitalización Gineco Obstétrica, se manejan en promedio 23 pacientes a diario.
El número de pacientes también supera con frecuencia la capacidad de las instalaciones, que disponen de solo 11 camas y tres monitores fetales para la atención de las gestantes en la sala de partos, y 25 camas y un monitor fetal en el servicio de ginecología y hospitalización. Eso sí, se dispone de un ecógrafo de uso permanente en el área de consultorios.
Pero el panorama se torna aún más complejo cuando se trata de realizar una cesárea, ya que el quirófano también es un área sumamente demandada. Se han registrado casos en los cuales, al llegar una persona con una herida grave, se debe posponer el procedimiento de alguna mujer o persona gestante que no puede dar a luz de forma natural. Sin embargo, el Hospital asegura que cuenta con cinco salas de cirugía disponibles para atender urgencias y que se da prioridad a las gestantes en situaciones críticas.
También afirma que en su Plan de Acción Institucional para 2024, identificó una acción clave, la No. 33, que tiene como objetivo garantizar que se realicen todas las actividades necesarias del Plan de Mantenimiento Hospitalario anual. Dentro de este plan, la actividad No. 50 se enfoca específicamente en la adecuación y mantenimiento de la infraestructura de la Sala de Partos. Para lograr esa meta, dice estar desarrollando los diseños necesarios, siguiendo los lineamientos de la Resolución 3100 de 2019, que establece los estándares para la infraestructura hospitalaria en Colombia.
Mientras se completan las adecuaciones, dijo el Hospital, en mayo se realizó el mantenimiento preventivo y correctivo de la sala de partos, que incluyó la infraestructura hospitalaria, instalaciones eléctricas, hidráulicas, mecánicas y equipos industriales. Además, afirmó que el área Biomédica y la oficina de Planeación Institucional están trabajando en un proyecto para presentar ante el Ministerio de Salud, con el fin de obtener nuevo equipamiento biomédico.
Pero al área obstétrica le siguen faltando condiciones para brindar partos humanizados. Los esfuerzos por hacer eco de las falencias en los centros médicos resultan inefectivos ante las consecuencias sociales y laborales que podría enfrentar el personal de la salud que se atreva a denunciar. De hecho, una persona del gremio de la salud habló con El Cuarto Mosquetero sobre la falta de infraestructura en las áreas obstétricas, pero prefirió mantenerse en anonimato.
La persona señaló que si bien, el Hospital estuvo haciendo un arreglo en los ductos de ventilación -que era la urgencia- en el área obstétrica, no se han hecho el resto de las modificaciones necesarias a las instalaciones debido a falta de presupuesto y el tiempo que se debe inhabilitar la zona y designar otra área para prestar el servicio.
Además, afirma que no solo el Hospital sino todas las clínicas de Villavicencio carecen del personal y la infraestructura para para poder prestar un parto humanizado tal como lo dicta la Resolución 3280 de 2018, la cual define la ruta para promover y mantener la salud en general, y la ruta de atención integral para las mujeres embarazadas y recién nacidos.
Por ejemplo, la resolución dicta que las salas de parto deben estar diseñadas para proporcionar un ambiente acogedor y respetuoso, garantizando la privacidad de la persona en trabajo de parto y permitiendo que este proceso se desarrolle sin interrupciones innecesarias y en un entorno que respete su intimidad.
Sin embargo, en la sala de partos del Hospital hay dos camillas para atender dos partos al mismo tiempo, lo que dificulta la posibilidad de permitir el acompañamiento de familiares, ya que el espacio compartido requiere respeto hacia otras mujeres en labor de parto que también necesitan atención. Además, de esta manera se niega la privacidad que se necesita en un momento de parto y podría causar incomodidad.
A su vez, la falta de privacidad y espacio en la sala de partos, ha impedido el acompañamiento continuo, el cual es otra de las instrucciones de la resolución, con el fin de permitir que la mujer o persona gestante tenga a su lado una persona de su elección durante el parto, lo que implica disponer de espacio suficiente y adecuado para que el o la acompañante pueda estar presente y apoyarla de manera constante.
Un sólo Hospital para la Orinoquía, Amazonía y países vecinos
Tanto la Orinoquía como la Amazonía son de las más grandes regiones de Colombia, con gran diversidad en sus territorios, donde una gran parte pertenece a zonas rurales, habitadas por campesinado y grupos étnicos, que a través de los años han tenido que sobrevivir a la falta de intervención del Estado, pues garantizar el servicio de salud “se dificulta por la complejidad geográfica de los territorios”, afirmó el Ministerio de Salud en 2015, un panorama que persiste aun 10 años después.
Es por esto que el Hospital Departamental de Villavicencio atiende pacientes provenientes de diversos municipios del Meta como Puerto Gaitán, Restrepo, Cumaral, y Puerto López, entre otros. Pero también recibe a personas gestantes de los departamentos de Vichada, Guainía y Guaviare. En su mayoría son mujeres indígenas que no hablan español y que estando en espesas selvas aisladas de atención médica, no se habían realizado ningún control prenatal. Esto suele retrasar el trabajo del personal médico que, antes del parto, debe realizar exámenes de VIH, sífilis, flujo vaginal, ecografías, etcétera. Incluso se han presentado casos en los que los bebés a punto de nacer han llegado sin vida.
Además, durante el presente año, el Hospital ha recibido mujeres a través del sistema de referencia y contrarreferencia de municipios como Puerto López, Acacías, La Macarena, Cubarral, Mesetas, Guaviare, Puerto Carreño, Mapiripán, Cumaribo, El Castillo, San Martín y Sarare (Venezuela).
Por otro lado, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones – OIM en 2021, Colombia es el país que en los últimos años ha recibido un mayor flujo de refugiados y migrantes en el mundo, con una cifra aproximada de 2.48 millones, de las cuales el 50% es mujer y más de la mitad está en edad fértil.
La mayoría proviene de Venezuela, y teniendo en cuenta que la Orinoquía y la Amazonía tienen departamentos limítrofes con ese país, es común que de allí lleguen mujeres gestantes al Hospital, aunque también han atendido a maternas ecuatorianas. Ellas también han sufrido la misma situación de las indígenas, pues muchas, debido a su situación migratoria, no han recibido los debidos cuidados prenatales.
Al respecto, expertas afirmaron a OIM que “La gestante migrante se enfrenta a múltiples desafíos biológicos y psicológicos propios del embarazo que, en combinación con el ámbito social, político, familiar y cultural en un entorno nuevo, hacen necesario que el personal de salud deba brindar un acompañamiento específico para ellas, que a su vez se rija por políticas públicas claras que protejan su situación de vulnerabilidad”.
Colombia cuenta con una ruta de atención para estos casos. Cuando la migrante gestante se encuentra sin afiliación al sistema de salud colombiano, la responsabilidad de su atención recae sobre la entidad territorial que debe cumplir con lo establecido en la Sentencia T-298/19 y el artículo 4 del Decreto 064 de 2020, que establecen que, mientras se da el proceso de regularización y afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud- SGSSS, la entidad territorial y la institución prestadora de servicios de salud -IPS que se asigne serán las responsables de la atención durante el control prenatal y hasta la sexta semana del posparto, en concordancia con la Ruta Integral en Salud Materno Perinatal. Esta última acción se debe realizar a través de las submesas territoriales de salud sexual y reproductiva de cada departamento.
Para quienes deciden ser madres, existe la Ley 2244 de 2022 de parto digno, respetado y humanizado, que se inclina por una política pública sustentada en factores socioculturales y de género con el fin de prever la violencia obstétrica. Pese a que no se hace referencia de manera expresa al concepto, expone las prácticas que conducen al mismo al “reconocer y garantizar el derecho de la mujer durante el embarazo, trabajo de parto, parto, posparto y duelo gestacional y perinatal con libertad de decisión, consciencia y respeto; así como reconocer y garantizar los derechos de los recién nacidos”.

Es necesario y urgente hacer eco de la violencia obstétrica, porque es una problemática grave que afecta los derechos fundamentales de las mujeres y personas gestantes. Es apremiante reconocer y abordar esta forma de violencia para garantizar que quienes deciden, o no, ejercer su maternidad, reciban una atención médica digna, respetuosa y competente.
Además, tanto los sistemas de salud como la sociedad en su conjunto deben trabajar para eliminar estereotipos de género, asegurar el cumplimiento de normas éticas y legales, y crear entornos donde las mujeres y personas gestantes puedan tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva sin temor a ser maltratadas o deshumanizadas. Solo a través de la educación, la sensibilización y el debido cumplimiento de las leyes es posible erradicar la violencia obstétrica y avanzar hacia una atención médica digna, justa y equitativa.