Secuelas paramilitares, un lastre para nuestro país

Entre los años 2002 y 2006 se llevó a cabo en Colombia un polémico proceso de desmovilización, con cerca de unos 31.671 miembros del grupo armado ilegal de extrema derecha, denominado: AUC (Autodefensas Unidas de Colombia); organización que surgió en la década de los setenta con el objetivo de combatir a grupos de izquierda, con el apoyo económico de ganaderos, multinacionales, empresarios e inclusive políticos.

Se entendía que con el cese de hostilidades terminaría parte de los crimines cometidos por este grupo, ya que los principales miembros de la organización estaban desarticulados; unos habían muerto y otros estaban extraditados. Meses después se conoció por medio de grabaciones que los subalternos habían tomado el mando y seguían delinquiendo con nuevos grupos, ahora llamados el neo-paramilitarismo.

Estas son las secuelas paramilitares. Esto continúa. No, no se acabó cuando murieron los Castaño, al contrario fue un resurgir de la estructura criminal tal como cola de lagarto. Sin gota de pudor el Clan Úsuga, Los Urabeños, Águilas Negras, los Rastrojo, entre otros siguen con su devastadora ideología y mientras tanto el foco de atención se ha centrado en Las FARC y el proceso de paz, descuidando así las regiones y permitiendo que Las Bandas criminales emergentes (Bacrim) se expandan por el país.

Según reportes del año pasado de la Fundación Ideas para la paz, estos grupos están presentes en 23 departamentos y en 338 municipios, esto indica que se está produciendo un vacío de poder estatal en muchos lugares el país.

Para reafirmar lo dicho, en los últimos meses se presentaron una serie de asesinatos que poco se han hecho notar en los medios de comunicación tradicional, dirigidos a líderes y lideresas de comunidades y etnias. Personas que soñaban con un país mejor y además trabajaban por ello, por la paz. Asesinados por defender y reivindicar los derechos humanos.

La conclusión es que en este país al parecer no hay espacio para la izquierda, así no se construye nada ¿Qué será lo que depara un pos-acuerdo?

Es indigno que así se esté hablando de paz. No se puede repetir la historia de Persecución política como la vivida por la UP. Según la agencia de prensa rural dos candidatos presidenciales fueron asesinados, además de 8 congresistas, 13 diputados, 70 concejales, 11 alcaldes y alrededor de 5.000 de sus militantes. Eso. Señores del Centro Democrático, eso sí se llama persecución política.

No permitamos que la apatía nos mate como país. ¡Control y veeduría! Hay que ponerle un freno a la violencia emergente.

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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