A propósito de la decisión de la Unesco, ni los músicos se salvan del clientelismo

“Ajila, ajila ganao

despide tu comedero

que te llevan pa’ Villao

y después al matadero”

 Eliseo Velázquez.

 

Hace algunos días la Unesco declaraba patrimonio cultural inmaterial de la humanidad el canto de vaquería de los llanos colombianos y venezolanos, no sin antes dar una advertencia: “Sobre la viabilidad de esta práctica cultural se ciernen numerosas amenazas, debido a la honda transformación socioeconómica y demográfica de la sociedad llanera». Y una de esas amenazas, reconociendo que estos cantos rurales son fuente de inspiración de la música llanera, ha sido el clientelismo político con que se ha manejado la cultura musical los últimos años en el departamento del Meta.

Es evidente que en las últimas campañas políticas se han utilizado listados de personas, con el objetivo de tener una base de datos que establece, en caso de que se gane la campaña: a quién se le puede dar trabajo y a quién no. Antes, el grupo era reducido, y digamos que uno u otro ciudadano podía darse el lujo de votar por el que perdió y aún guardar la esperanza de conseguir un puesto. Pero ahora el clientelismo en el Meta ha crecido a tal nivel, que no trabajar para algún candidato en épocas de elecciones, es resignarse con temor a no hallar trabajo posteriormente.

En medio de ese temor, lastimosamente, me he encontrado a muchos músicos de la región. Basta con asistir a algunos de los eventos relevantes de Villavicencio para visibilizarlo. No hay cantante invitado que, subido en la tarima, se abstenga de llenar con elogios al gobernador o alcalde de turno, aunque el micrófono esté abierto y la gente pidiendo a gritos alguna de sus canciones. Cualquiera puede sentir cierta afinidad por el gobernador, o el alcalde, ¿por qué no? El problema realmente es que en esa actitud está reflejándose un hecho cierto desde hace tiempo: que ni los músicos se salvaron del clientelismo.

La organización de algunos festivales del 2017 lo ponen en manifiesto. Desde la disposición en los coliseos para la gente; en donde la mayoría del espacio disponible está destinado para los funcionarios de la entidad que organiza, o que pertenece a las listas de campaña. Hasta los criterios que se tuvieron en cuenta para elegir los artistas; que son irreductibles al momento de descartar a los que han expresado opiniones o críticas en contra del gobierno de turno que organice el evento.

La cultura y la democracia están sostenidos en dos pilares fundamentales: la libertad y la crítica. Crítica que el poder del Meta parece no soportar, aunque sean ciertas y provengan de personajes públicos como los cantantes. Y en una libertad que cada día parece más ausente al momento de la creación artística y expresión de opiniones políticas y sociales.

El canto llanero, que se expresa sobre el lomo de un caballo o a pie, el que se vuelve eco en el trote del ganado, cuando ante un llano inmenso la soledad del hombre se hace evidente, es un canto a la libertad creadora y rítmica en que se debe basar el mundo. Por eso es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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